Sus traducciones de Proust contribuyeron al conocimiento del novelista francés en el mundo hispanohablante.
En ese mismo año comenzó a ejercer en la Escuela central de Idiomas, en Madrid, donde más tarde, en 1932, fundó la revista Índice Literario.
El romance se mantuvo, en forma epistolar, cuando Katherine regresó a Estados Unidos para proseguir sus estudios; volvió la joven para el curso académico 1934-1935, pero la mujer de Salinas descubrió la infidelidad e intentó suicidarse, por lo que Katherine decidió poner fin a la relación.
La Guerra Civil y el exilio de Salinas en Norteamérica dificultaron aquella ruptura; a pesar de ello, Katherine se casó en 1939 con su colega Brewer Whitmore y, aunque tuvo aún esporádicas noticias sobre Salinas, la relación se acabó marchitando.
Durante esta época suya, en 1946, Salinas fue la persona que presentó la exposición del artista Eugenio Fernández Granell, español exiliado en la República Dominicana.
La aparente sencillez de sus versos hizo que Lorca les llamase prosías (según informó Vivanco).
Se abusa con frecuencia de la enumeración y existe cierto tono conceptista: «Todo quiere ser dos», «Serás, amor, un largo adiós que no se acaba», etc. Pedro Salinas ha sido reconocido por muchos críticos como el "poeta del amor" del 27.
Trasciende las puras anécdotas para encontrar la clave más gozosa de las relaciones sentimentales; desde una posición claramente antirromántica, el amor es para él, en vez de sufrimiento, una prodigiosa fuerza que da plenitud a la vida y sentido al mundo, enriquecimiento del propio ser y enriquecimiento de la persona amada, un acontecimiento jubiloso: «¡Qué alegría vivir / sintiéndose vivido...!», exclama.
[12] Su primer libro en prosa fue Vísperas del gozo (1926), obra inscrita en la línea vanguardista de la época.