A la boda asistieron, entre muchos otros, los futuros Eduardo VII del Reino Unido y Guillermo II de Alemania.
La unión se encuadraba dentro de los planes del rey Leopoldo II para lograr un mayor apoyo internacional para su país, su dinastía y sus ambiciones.
La joven princesa no fue vista con mucho entusiasmo al principio por parte de su familia política, aunque su desempeño posterior en su papel regio le ganó la confianza del emperador.
Rodolfo y Estefanía sólo pudieron tener una hija, llamada Isabel, que no podría heredar el trono austro-húngaro por ser mujer.
En 1889 Rodolfo fue hallado muerto junto a su amante, María Vetsera, en un pabellón de caza en Mayerling, tras un episodio nunca del todo aclarado.