Batalla naval del cabo Celidonia

[8]​[5]​ En 1615, un decreto real de Felipe III impedía a los virreyes españoles dedicarse al corso.

Esta decisión venía a coartar el virrey de Sicilia, Pedro Téllez-Girón y Velasco, Duque de Osuna, que había logrado un poderío naval sin precedentes mediante acciones corsarias desde obtener permiso para ello en 1613, ocasionando envidias en la corte que muy probablemente impulsaron el mencionado decreto.

[1]​ Los españoles navegaron hacia Chipre, entonces bajo dominio otomano, donde Francisco de Rivera dispuso que se iniciara la actividad corsaria únicamente tras haber avistado tierra.

Durante la misión, fueron apresados 16 caramuzales mercantes frente al cabo Celidonia, así como un corsario inglés en Famagusta y un gran número de embarcaciones menores en alta mar.

[13]​ El Concepción fue situado en vanguardia, seguido del Almiranta, el Carretina y el patache Santiago,[14]​ mientras que los dos barcos restantes permanecían en apoyo a ambos lados.

[14]​ Al caer la noche, Los hispanos encendieron los fanales y mantuvieron la flota junta con ayuda de los botes.

[9]​ Aquella noche tuvo lugar un nuevo consejo de guerra en el cual los turcos decidieron volver a intentar un asalto al amanecer.

Esta maniobra expuso de nuevo a las galeras turcas al fuego artillero, que continuó destrozándolas.

Al mediodía, cuando a los españoles ya no les quedaba energía ni munición para más de seis horas, los turcos emprendieron finalmente la retirada general.

[9]​ Una vez rearmada la flotilla, Rivera puso rumbo a Bríndisi, en Italia, donde llegó con 15 naves capturadas y un gran botín de oro.

A pesar de ello, la corte española, característicamente lenta en aprovechar los triunfos, no le concedió los doce galeones más que Osuna pedía y le reiteró la prohibición de llevar a cabo corso, que el virrey continuó ignorando.

[6]​ La resonancia histórica de la batalla estribaba en que, a diferencia de la mayor parte de batallas navales entre cristianos y turcos hasta la fecha, esta había tenido lugar en pleno corazón marítimo del imperio otomano, y en que sólo había sido necesaria una pequeña escuadra para derrotar a todas las naves que los turcos habían podido fletar en sus propios dominios.

Área de acción de la expedición de Rivera.