Batalla de Préveza

La armada cristiana, dificultada por mal tiempo y la descoordinación, fue puesta en fuga por los turcos a pesar de su superioridad numérica.

Al mismo tiempo, el emperador negoció con el propio corsario turco, prometiéndole el control de Berbería si abandonaba el servicio otomano y se ponía al suyo, o meramente si cesaba de apoyar la causa turca, pero no hubo éxito.

La Liga Santa llamó a congregar una armada con fuerzas españolas, genovesas, vencianas y papales, cuyo mando se confío al veterano Doria.

[4]​ Las tensiones internas entre los europeos amenazaban con hacerla estallar en cualquier momento, ya que los venecianos de Capello, tenían una profunda desconfianza mutua con españoles y genoveses, a los que el almirante Doria representaba al mismo tiempo al mando de la armada.

Por su parte, Doria prevalecería en una batalla franca, pero no podía asaltar el golfo, en cuya boca sus buques habrían quedado atorados.

[14]​ La única opción cristiana habría sido desembarcar sus fuerzas terrestres, eliminar la artillería otomana e instalar sus propios cañones, convirtiendo así el golfo en una ratonera.

[15]​ Un intento turco de construir fortificaciones adicionales fue rechazado por los cañones cristianos desde el agua, aunque no hubo más intercambios que este.

Las diversas fuentes, políticamente motivadas, difieren de manera difícilmente compatible sobre las actitudes del almirante y sus adjuntos.

[17]​ Al hallarse ante la contienda, sin embargo, Doria no atacó, sino que volvió a su anterior plan y aún trató de atraer la atención de los otomanos para llevarlos a alta mar, señuelo que fracasó al comprender Barbarroja su propósito.

[19]​ Según las fuentes españolas, Doria se había preparado para ir al encuentro de Barbarroja desde que le vio salir con las luces del alba, enviando un bergantín a las naves venecianas y papales para conocer su disposición a acometerle, que tanto Capello como Grimani confirmaron.

Sin embargo, las galeras aliadas no se movieron por más que Doria repitió la orden, y los turcos comenzaron a abrumar los buques avanzados.

El día estuvo lleno de acciones individuales valerosas, pero el balance fue una derrota y una oportunidad perdida.

[23]​ El intelectual sefardí Joseph ha-Kohen incluso propuso que Dios había confundido la mente del genovés para castigarle por tratar con dureza a sus prisioneros judíos en sus campañas corsarias.

En realidad, la república ya no tenían interés en la Liga Santa y había entrado en negociación con los otomanos.

Golfo de Arta, con la flota cristiana fuera y la turca dentro.
Despliegue de las flotas.
La nao de Machín de Munguía rechazando ataques otomanos. Vicente Urrabieta , 1850.