No hubo éxito y la flota cristiana se retiró con bajas menores, aunque lograron abatir a un teniente turco de alto nivel, Mahomet Bey, en el proceso.
Las deliberaciones sobre qué hacer paralizaron la Liga, ya que Felipe II de España ambicionaba usarla para conquistar Argel y Túnez, más próximos a España, mientras que la República de Venecia presionaba para seguir luchando en el este, más cercano a la propia Venecia.
Sin embargo, los comandantes cristianos discutieron largamente sobre cómo acometerla, llegando a empezar a construir una batería flotante antes de darse cuenta de que sería impráctica, y entre tanto el tiempo pasaba, con el clima de otoño cada vez más próximo a hacer imposible la operación.
Uluj Alí avisó a las galeras para que regresasen y envió otras 15 a cubrirlas, pero Bazán persiguió a la nave capitana con la suya propia, La Loba, y logró capturarla, descubriéndose que la comandaba Mahomet Bey, hijo de Hasán Bajá de Argel, y a sazón nieto de Jeireddín Barbarroja y yerno de Turgut Reis.
[7] Poco después, se hizo público el tratado de paz entre Venecia y el Imperio Otomano, noticia que Felipe II recibió con frialdad.