Se resolvió sin sangre mediante una demostración de fuerza.
[1] La siguiente gran campaña en Grecia debió de abandonarse por la disolución de la Liga Santa y el estrechamiento entre Venecia y los otomanos, por lo que los efectivos españoles quedaron destinados a dar un golpe en África.
Sin embargo, esto resultó del todo innecesario, ya que la mera llegada de la flota española bastó para que los propios tunecinos cambiasen de bando y atacasen a las fuerzas turcas que las ocupaban.
220 galeotes cristianos fueron puestos a disposición de Juan, quien colocó en el trono a Muley Mohammed, hermano enemigo de proturco Hamida, como gobernante vasallo.
[1] A la captura le siguió un despliegue sin objetivos de la armada otomana por parte de Uluj Alí, que regresó sin más que unos saqueos menores.