Después de vencer al corsario Alí Arráez Rabazín en Túnez mientras buscaba la flota corsaria otomana, Bazán capturó otros dos navíos berberiscos ante el cabo Farina y regresó hacia el Reino de Sicilia para soltar allí los barcos capturados, dirigiéndose después hacia el golfo de Venecia.
[1] Al punto llegó un mensaje de una flota hispana en el mismo golfo, compuesta por 14 galeras de Sicilia y Nápoles y tres de la Orden de San Juan, que habían encontrado a la escuadra berberisca y la habían atrapado en una cala de la costa agreste costa dálmata.
[3] Con su enorme superioridad numérica y técnica, las galeras europeas comenzaron a bombardear a las islámicas con la artillería, yéndose a pique seis de las segundas en el fragor del combate, aunque con sentimiento por no haberse podido rescatar a ninguno de sus galeotes cristianos.
[4] La armada cristiana se repartió el botín y los prisioneros, que pasaban de 450, y embarcaron a los cristianos liberados, muchos de ellos catalanes tomados en razias, para llevarles de vuelta a sus patrias.
[4] También se encontró que una de las galeras turcas llevaba a una pariente del sultán otomano, Murad IV, la cual fue conducida a Mesina con las debidas atenciones.