Por su actuación en la Gran Guerra fue condecorado con dos Órdenes del Servicio Distinguido con dos barras, especialmente por sus acciones en los Dardanelos y en los países bálticos.
[3] Él mismo describió a sus padres como «grandes intelectuales y de tradición clerical», ya que ambos abuelos habían sido clérigos.
En aquellos momentos, la familia no tenía ningún tipo de nexo con la Armada Real y Cunningham sólo había mostrado un vago interés por el mar.
[7] Con 64 alumnos más, Cunningham se unió a la Marina Real como cadete en el buque escuela HMS Britannia en 1897.
[10] Si bien se conocen numerosos incidentes menores de esta primera etapa, su conducta fue considerada como «muy buena».
[12] En febrero de 1900 fue destinado a la Brigada Naval, donde él mismo creía que «prometía oportunidades para la valentía y para distinguirse en acción».
[11] Cunningham fue altamente condecorado durante la Primera Guerra Mundial, recibiendo la Orden del Servicio Distinguido y dos barras.
En 1911 había recibido el mando del destructor HMS Scorpion, que comandó durante toda la guerra.
[21] Por su actuación, Cunningham fue recompensado con la promoción a capitán de corbeta (commander) y se le concedió la Orden del Servicio Distinguido.
[22] Tras pasar casi un año en patrullas rutinarias, a finales de 1916 fue enviado para proteger convoyes, un destino que consideraba mundano.
Tanto los bolcheviques como los Rusos Blancos y diversos movimientos nacionalistas letones, alemanes y polacos intentaban controlar Letonia,[27] pero el Gobierno del Reino Unido había reconocido la independencia de Letonia después del Tratado de Brest-Litovsk.
[29] Durante diversos encuentros potencialmente problemáticos con fuerzas alemanas que intentaban abortar los movimientos independentistas letones, Cunningham exhibió un buen «autocontrol y juicio».
[30] Por sus acciones en el Báltico, Cunningham recibió una segunda barra para su Orden del Servicio Distinguido y fue promovido a Capitán en 1920.
Izando su enseña en el crucero ligero HMS Coventry, Cunningham aprovechó su tiempo para realizar prácticas de maniobras con la flota.
[34] También realizó ejercicios en el océano Atlántico, donde aprendió los riesgos y virtudes de las acciones nocturnas, que utilizaría con gran efectividad en los siguientes años.
Aceptó un cargo en tierra con desidia, pues no apreciaba la administración, pero se trataba de una evidente recompensa por parte del Almirantazgo.
[38] Como Comandante en Jefe, la principal preocupación era la seguridad de los convoyes que se dirigían hacia Egipto y Malta.
Estos convoyes tenían una extraordinaria importancia, pues eran totalmente necesarios para conservar Malta, una colonia británica y base naval pequeña pero crucial en estado de guerra.
[41] Estacionado en aquellos momentos en Alejandría, Cunningham inició unas delicadas negociaciones con Godfroy para asegurar que su flota, consistente en el acorazado Lorraine, cuatro cruceros, tres destructores y un submarino no se convirtieran en ninguna amenaza.
[42] Justo cuando el acuerdo parecía inminente, Godfroy se enteró de la acción británica en Mers el-Kebir y, por un instante, Cunningham temió que se produjese un enfrentamiento en el puerto de Alejandría entre la flota francesa y la británica.
[41] La sombra del fracaso se extendió sobre las negociaciones, pero finalmente el resultado fue positivo tras la implicación personal de Cunningham.
[41] Si bien la Royal Navy había alcanzado la victoria en diversas acciones decisivas en el Mediterráneo, los italianos contaban con una flota considerable y teóricamente superior a la británica, con la mayor parte de sus buques en puerto.
[45] Eso hizo que un potencial ataque de los italianos contra la flota británica fuera una seria amenaza.
Cunningham afirmó en su autobiografía: «Yo mismo me inclinaba a pensar que los italianos no intentarían nada.
[52] Si bien las intenciones italianas no estaban lo suficientemente claras, el estado mayor de Cunningham creía que se realizaría un ataque contra los convoyes de tropas y se ordenó preparar planes para abortar el ataque enemigo y, si era posible, interceptar su flota.
[56] Cunningham ordenó seguir a los italianos y así comenzó una exitosa operación que duró hasta el 29 de marzo.
[50] Pero los británicos sí que estaban equipados con radar y el crucero HMS Ajax detectó a los italianos poco después de las 22:00 hora local.
[51] Después de la anterior derrota en Tarento, la derrota en el Cabo Matapán conllevó el desastre estratégico para la Marina italiana: cinco buques (tres cruceros pesados y dos destructores) habían sido hundidos y cerca de 2400 marineros italianos habían resultado muertos, desaparecidos o capturados.
[63] En este cargo comandó la gran flota que cubrió los desembarcos aliados en el Norte de África («Operación Antorcha»).
[66] De acuerdo con su carácter recio ordenó a la flota «Hundir, quemar y destruir: que no pase nada».