Los británicos estacionados en Egipto también sufrían problemas de abastecimiento, ya que sus convoyes debían cruzar el hostil mar Mediterráneo desde sus bases en Gibraltar.
La doctrina naval italiana de aquella época consideraba que su Armada no necesitaba realizar incursiones continuamente.
Como la Regia Marina poseía superioridad numérica, sus almirantes creían que su sola existencia suponía una amenaza para los británicos, quienes deberían invertir recursos contra ella.
Aunque estos vuelos de reconocimiento alertaron a los defensores italianos, al no poseer radar solamente esperaron.
Además, las bombas dañaron al crucero Gorizia en la Mar Piccolo, más alejada del alcance de los aviones.
El Littorio estuvo fuera de servicio durante cuatro meses, y el Caio Duilio por medio año.
El Conte di Cavour sufrió mayores destrozos y no pudo ser reparado a tiempo para 1943, cuando Italia cambió de bando.
No sería hasta la batalla del Cabo Matapán cuando la Regia Marina abandonaría todo esfuerzo de controlar el Mediterráneo Oriental, cediéndolo en la práctica a la Royal Navy.