[4] Luis Suárez Fernández ha apuntado, refiriéndose al régimen franquista, que «entre 1969 y 1975 no había muchas ideas claras».
[16][17] En su discurso en las Cortes proponiendo a Juan Carlos de Borbón, Franco dijo una frase que será recordada muchas veces en los años siguientes y sobre todo tras su muerte: que con el nombramiento de su sucesor todo iba a quedar «atado y bien atado».
[47] Leopoldo Calvo Sotelo, Marcelino Oreja y Alfonso Osorio, entre otros, formaron el colectivo «Tácito» de orientación demócrata cristiana.
Don Alfonso se presentaba siempre «como una persona adicta al régimen de forma absoluta y total».
[59] Asimismo Carrero Blanco acentuó su «visión paranoica» («apocalíptica», según Javier Tusell)[27] de la vida política española pues atribuía todos los conflictos a una minoría o secta oculta «subversiva» que identificaba con el «comunismo» y la «masonería».
El ministro Laureano López Rodó, mano derecha de Carrero, le recomendó prudencia a don Juan Carlos.
Aunque no estaba previsto que asistiera, Franco acudió finalmente y saludó a los congregados desde el balcón del Palacio Real.
[138] Sin embargo, según Javier Tusell, Carrero consideraba a Blas Piñar como «un peligroso extremista, aunque bien intencionado».
[156] Por su parte la integrista Hermandad Sacerdotal reunida en Zaragoza se mostró absolutamente en contra de las conclusiones a las que había llegado la Asamblea.
Entre los ministros nombrados por Carrero se encontraba Julio Rodríguez Martínez, al que encargó la cartera de Educación.
[190] Por otro lado, coincidiendo con la toma de posesión del nuevo gobierno se produjo un grave conflicto laboral en Pamplona promovido por las clandestinas «comisiones obreras» y que derivó en un enfrentamiento con la Iglesia.
Había dado la oportunidad a la jerarquía eclesiástica para manifestar que ella también estaba en favor del pluralismo sindical».
[202][203][204] Como ha señalado Javier Tusell, «si el suceso sorprendió fue simplemente porque era en aquellos momentos una novedad que, por desgracia, en los años siguientes no lo fue ya.
ETA no había matado mediante atentado personal nada más que al comisario Melitón Manzanas en el País Vasco, hacía ya bastante tiempo.
Era incapaz de comer y se encerró en su despacho»; «aquella noche del 20 al 21 no pudo conciliar el sueño»).
Más tarde se ofrecería para encabezar un comando que entrara en Francia y diera caza a los asesinos del almirante.
[196][203] Torcuato Fernández Miranda, como presidente del gobierno en funciones, le obligaría a pedir perdón al cardenal-arzobispo de Madrid.
[228][229][230] Por otro lado Franco establecería una estrecha relación («paternal», según Paul Preston) con el ministro «ultra» Utrera Molina.
[235] Según Paul Preston, el discurso fue escrito por dos miembros del grupo «reformista» Tácito, Gabriel Cisneros y Luis Jáudenes, por encargo de su superior, el ministro «aperturista» de la Presidencia Antonio Carro, quien por otro lado había situado a otros miembros del grupo como subsecretarios en diferentes ministerios.
[270][271][272] Entre los detenidos se encontraban los que parecían ser los dirigentes de la UMD, los comandantes Julio Busquets y Luis Otero.
[294] La presión del búnker consiguió que el «reformista» Pío Cabanillas fuera destituido el 29 de octubre (para «equilibrar» su gobierno Arias Navarro intentó que también fueran cesados los ministros «ultras» Utrera Molina y Ruiz Jarabo, pero Franco se negó porque ambos eran «muy leales»).
Reclamaban estabilidad laboral, mejoras salariales y la participación en la gestión de las universidades, que debían alcanzar una auténtica autonomía.
[327] Por otro lado, los historiadores han debatido hasta qué punto la creciente conflictividad laboral y social fue decisiva en la crisis final de la dictadura franquista.
[352] Dentro del grupo Tácito se encontraban Fernando Álvarez de Miranda, Luis Apostua o Íñigo Cavero.
[354][355] Amenazándolo con la dimisión, Arias Navarro consiguió por fin que Franco aceptara la salida del gobierno de los dos ministros «ultras» José Utrera Molina y Francisco Ruiz Jarabo, siendo sustituido el primero por el «aperturista» Fernando Herrero Tejedor, cuyo hombre de confianza era Adolfo Suárez que ocupó la vicesecretaría.
[356][355][305][357] De esta forma se «acentuó el carácter políticamente neutro, aunque favorable al aperturismo moderado» del gobierno.
La más importante fue FEDISA (Federación de Estudios Independientes) fundada por Manuel Fraga Iribarne —que más tarde crearía GODSA— y en la que se integraron Pío Cabanillas, José María de Areilza, Leopoldo Calvo-Sotelo, Francisco Fernández Ordóñez o Marcelino Oreja, este último miembro a su vez del colectivo demócrata-cristiano Tácito.
Este hecho, calificado como «brutal» por la mayor parte de la prensa europea, no hizo sino acentuar el rechazo internacional al franquismo y dio lugar a que se produjeran numerosas manifestaciones antifranquistas en las principales ciudades europeas (la embajada española en Lisboa fue asaltada por la multitud sin que la policía portuguesa lo impidiera).
Pero sería la opción intentada, eso sí, de forma más ambiciosa y decidida tras la muerte del Caudillo.
[426] El escritor y articulista Manuel Vázquez Montalbán calificó la situación «cuando Franco desparece» como «una correlación de debilidades».