Al igual que muchos otros nobles afincados en la Corte, decidió trasladar su residencia al Ensanche, eligiendo para ello el paseo de la Castellana, la zona más privilegiada, donde los terrenos habían adquirido mayor valor y contaban con buenas comunicaciones, tanto con el centro como con el hipódromo; para ello compró el terreno del Panorama Nacional que había salido a subasta pública.
Un mes más tarde, el arquitecto municipal Enrique Sánchez y Rodríguez marcó las alineaciones y rasantes a las que debía ajustarse la edificación, pero hasta dos años más tarde no se pidió la licencia para construirlo.
En esta etapa sus salones fueron reformados con gran lujo, se tapizaron de seda y se decoraron con arañas, cuadros y muebles traídos del Palacio Real de Riofrío.
Fue aprobada la ampliación de una planta que no se hizo y diez años más tarde se volvió a plantear la ampliación ante la falta de espacio.
Méndez proyectó un pabellón que debía adosarse en el lado sur tomando parte del jardín del antiguo palacio Egaña, en Génova, 29, para ensanchar la biblioteca y el archivo, que tampoco se hizo.
Este cuerpo central, construido en piedra de Colmenar, está enmarcado entre pilastras y forma tres calles en donde se sitúan los tres vanos separados por columnas o pilastras adosadas dependiendo de la planta.
El resto de la fachada, al igual que las otras dos, tienen un lenguaje y cromatismo común, combinando los parámetros de ladrillo con los detalles ornamentales en piedra variando la decoración por plantas y unificando todo el edificio con las impostas, la cornisa con canecillos en forma de ménsulas y la balaustrada que lo remata y enmascara el ático que está retranqueado a la segunda crujía.