Sindicato Vertical

Durante casi cuarenta años se convirtió en el único sindicato legal que estuvo autorizado.No obstante, la antigua estructura sindical se mantuvo y fue reconvertida en la Administración Institucional de Servicios Socioprofesionales (AISS), organismo que se hizo cargo del inmenso fondo documental y patrimonio inmobiliario que poseían los Sindicatos verticales.En ella, todos los trabajadores, llamados "productores", y sus patronos tenían el derecho de elegir sus representantes mediante elecciones.En el preámbulo de la ley se decía: «Tres son los principios que inspiran la organización nacionalsindicalista prevista en el Fuero del Trabajo, reflejo fiel de la organización política del nuevo Estado, a saber: unidad, totalidad y jerarquía».Salvador Merino era partidario de una autonomía para los Sindicatos con respecto a la Secretaría general del "Movimiento" y el aparato franquista, y esperaba poder crear un sindicalismo que constituyera como una parte fundamental del régimen.[6]​ Manuel Valdés Larrañaga, un camisa vieja fiel a Franco, se convirtió en el nuevo hombre fuerte de los sindicatos.[7]​ Consecuencia de los nuevos vientos que soplaban, los hasta entonces revoltosos sindicatos se volvieron totalmente dóciles con el poder.[8]​ Teóricamente, dentro de la Organización Sindical los trabajadores y los patronos se suponía que estaban situados en situación similar, aunque las huelgas estaban prohibidas y en muchas ocasiones los conflictos con la dirección patronal solían acabar con despidos masivos.[9]​ La figura del empresario se vio reforzada con la legislación franquista y de hecho, se suponía que los trabajadores le debían una total lealtad, asistencia y protección a los empresarios.En esta época la mujer estaba totalmente excluida del mundo laboral y tampoco existía un sistema de subsidio por desempleo.Unos obreros valencianos de la Unión Naval de Levante entrevistados en 1999 opinaron lo siguiente sobre el «Sindicato Vertical» en la posguerra: «El Sindicato Vertical no valía para nada, tenías que ser tu mismo»; «era mentira todo.No nada, ni vertical ni horizontal, nada»; «... y cada cinco años se hacía la pamela de demostrar que el trabajador tenía un sindicato, pero que no era un sindicato...».Desde el aparato sindicalista hubo incluso un intento de atraer hacia su seno a antiguos líderes anarcosindicalistas.En realidad se trataba de aprovechar las estructuras del régimen para propiciar su caída desde dentro.De ahí surgieron las denominadas Comisiones Obreras (CC.OO.), con figuras destacadas como Marcelino Camacho.También existía una fuerte presión de los trabajadores que demandaban abiertamente una representación sindical libre y democrática.Paradójicamente, Adolfo Suárez había sido Ministro-Secretario general del Movimiento hasta su nuevo nombramiento.[24]​[a]​ Esta última obra sindical, «Educación y Descanso» (EyD), era una organización de carácter recreativo que había sido creada por el régimen franquista a imagen y semejanza de la organización italiana Opera Nazionale Dopolavoro (OND) y de la organización alemana Kraft durch Freude (KdF).
Placa del Sindicato Vertical en Santiago de Compostela .
Carnet de la CNS (1939).
Placa en Estepona que señala las viviendas construidas por el Sindicato Vertical en 1964.