Salvador Salazar Arrué

Retornó a El Salvador en 1958, y poco después terminó su producción literaria, aunque los libros publicados en años anteriores continuaron reimprimiéndose.En sus años postreros ganó reconocimientos por su obra, pese a que subsistía modestamente en su casa ubicada en Los Planes de Renderos.El matrimonio Arrué Gómez procreó varios hijos, entre ellos Luz y María Teresa.[5]​ Por su parte, María Teresa contrajo matrimonio con Joaquín Salazar Angulo, un incipiente músico de honorable familia.Sin embargo, la relación no prosperó por diversas circunstancias, por lo que la joven madre debió mantener sola a sus hijos Joaquín y Luis Salvador Efraín, quien nació en una finca familiar ubicada en el cantón El Mojón que se convertiría en parte de la zona urbana del municipio de Sonzacate, en Sonsonate.[6]​ En los años siguientes, los Salazar Arrué vivieron con apuros económicos, aunque recibían el apoyo de familiares cercanos, ya que su respetable ascendencia les favorecía.Aunque tímido y alejado de los juegos bruscos, se distinguía por su habilidad para inventar historias.[6]​ A pesar de que no pudo continuar costeándose los estudios,[6]​ gracias a la influencia política de su familiar César Virgilio Miranda logró una beca del presidente Carlos Meléndez para formarse en los Estados Unidos, donde partió en 1916.[5]​ Sin embargo, fue en Nueva York donde sucedió un hecho trascendental en su vida artística, ya que tuvo un «encuentro» con la literatura de su país en la librería Brentano.[7]​ Años después, afirmaría que llegó a memorizar el índice del libro como si fuera un poema.[9]​ Allí decidió montar su estudio de pintura, y residía en un galerón prestado por esa misma organización.En 1931, se llevaron a cabo las elecciones presidenciales, en la que Masferrer y Guerra Trigueros apoyaban al ingeniero Arturo Araujo del Partido Laborista, el cual tenía postulados de la doctrina vitalista del mismo Masferrer.Salarrué recibió una invitación para formar parte del movimiento, pero prefirió mantenerse alejado de la política, y en una carta expuso sus motivos:[14]​ Sin embargo, Salarrué continuaría sustrayéndose del frenesí político del país, ya que se aferraba a un concepto «primigenio» para entender el mundo, como lo demuestra en un escrito llamado Mi respuesta a los patriotas, probablemente influenciado por el libro Las fuerzas morales de José Ingenieros,[15]​ y que fue publicado en el semanario Repertorio Americano de Joaquín García Monge:Guerra Trigueros asumió la dirección del periódico y Salarrué se desempeñó como jefe de redacción.[17]​[19]​ Precisamente, la administración del general Hernández Martínez se caracterizó por la censura de los medios radiales, la prensa escrita y los espectáculos públicos.[19]​[20]​ Salarrué, según Álvaro Rivera Larios, también nutrido de «ideas estéticas y de unos modelos formales con los que ya habían trabajado otros artistas en Latinoamérica»,[21]​ que tenían como temática el lenguaje popular, el campesino y el paisaje nativo, desarrolló su trabajo artístico en ese entorno como lo hicieron otros intelectuales del país.Sin embargo, según refiere el historiador Carlos Cañas Dinarte, el ánimo para participar en estos programas gubernamentales comenzó a decaer cuando era parte del grupo Amigos del Arte, que entre 1935 y 1940 había organizado exposiciones en el país, pero que se interrumpieron debido a que los miembros de esa agrupación se oponían a la presentación de un busto en mármol del general Hernández Martínez.[19]​ Por otra parte, en 1941 fue invitado a un congreso de educación en Ann Arbor, Míchigan, Estados Unidos, y en una sesión dedicada a la literatura infantil disertó sobre los Cuentos de Cipotes que venían siendo publicados en los periódicos nacionales.En 1947 expuso en Knoedler Galleries que recibió buena crítica por parte del New York Times,[10]​ pero también en la literatura recibió una mención honorífica en Cuba, con el relato Tocata y fuga en el concurso internacional de cuentos «Alfonso Hernández Catá».[17]​ ...que no le falte el pisto ni el amor necesario que coma sus tres tiempos y le sobren amigos la pura mar y sus conchas como si hubiera obtenido la piedra azul que vomita la culebra zumbadora cuando es derrotada por un hombre de bien que me le caiga también la bendición del Cipitillo... Fragmento del poema Larga vida o buena muerte para Salarrué de Roque Dalton, incluido en el libro Las historias prohibidas del pulgarcito (1974).[30]​ Como lo describe Sergio Ramírez: Sin embargo, llegaron los homenajes y reconocimientos a su persona, los cuales recibía con cierta incomodidad.[30]​ Por otra parte, quienes le visitaban en su residencia, conocerían a un Salarrué sencillo, bondadoso, amable y modesto.[27]​ Para 1967, Salarrué volvió a reencontrarse con la pintura, ya que fundó y dirigió la Galería Nacional de Arte en el Parque Cuscatlán,[31]​ que desde 2008 se conoce como Sala Nacional de Exposiciones Salarrué.[10]​ Pese a todo, esa condición no era incómoda para el artista, quien dejó su juicio al respecto: .En sus años postreros, Salarrué se hizo acreedor a varios reconocimientos y distinciones: en 1962 recibió la Orden José Matías Delgado en grado de Comendador.[37]​ En la otra valoración, Baldovinos señala que las dimensiones costumbristas y esotéricas de Salarrué, son complementarias.Ambas rechazan tanto el proceso de modernización de la sociedad salvadoreña derivado del proyecto liberal iniciado en la segunda mitad del siglo XIX; así como cualquier doctrina política, llámese capitalista o comunista, cuyos intereses giran alrededor del dinero,[38]​ y acaban desintegrando a la comunidad ancestral representada en la comunidad campesina.[39]​ Por ello, Salarrué se acogió a la Teosofía, como lo hicieron otras figuras latinoamericanas de la época como Francisco I. Madero o Augusto César Sandino, junto a otras doctrinas orientales para hacer frente a la «crisis de la sociedad moderna»,[40]​ y encontrar en otras creencias un sentido de la vida diferente al materialista que dominaba la clase política salvadoreña.[57]​ Se convirtió en la figura literaria más popular de El Salvador a mediados del siglo XX.
Estado actual de la partida de nacimiento de Salarrué, en el registro civil de la Alcaldía Municipal de Sonsonate.
Salarrué y su madre.
1932 En la revista Repertorio Americano (San José, Costa Rica) aparece publicada MI RESPUESTA A LOS PATRIOTAS, texto del intelectual salvadoreño Salarrué ante el levantamiento etnocampesino de enero y su represión militar.
Gen. Martínez; Los intelectuales también estaban obligados a cooperar con el régimen, lo que resultó en décadas de cooperación con el gobierno y recibir beneficios por ese servicio. A cambio de callar y sin criticar al régimen militar. A lo contrario el exilio fue aplicado a los más importantes pensadores y artistas de la época que no comulgaban con su gobierno. [ 13 ]
Salarrué y Gabriela Mistral a principios de la década de 1930.
Funeral de Salvador Salazar Arrué Salarrue
La escritora salvadoreña Dora Guerra y Salvador Salazar Arrué (Salarrue) participan en la II Bienal Internacional de Poesía, en Bélgica. (circa 1954).
Sala Nacional De Exposiones Salarrue, Situada En El Parque Cuscatlan . San Salvador. Donde Se Encuentran Muchas De sus Obras Artísticas.
Busto De Salazar Arrué(Salarrue) Situado En El Teatro Presidente En San Salvador.