Los pueblos de la denominada área indoeuropea (centro, oeste y norte peninsular) estaban más bien vinculados al ámbito cultural centroeuropeo conocido como celta, aunque entre ellos había un notable caso de pueblo preindoeuropeo: los vascones.
[11] Tartessos es la entidad política más antigua de la península ibérica sobre la que hay referencia escrita.
Los pueblos denominados "íberos" son los situados en toda la franja costera mediterránea, desde los Pirineos hasta Gades (Cádiz), incluyendo los valles del Ebro y el Guadalquivir.
La mayor parte desarrollaron una élite dirigente aristocrática que controlaba la producción del campesinado e imponía su dominio mediante la fuerza militar, como muestran los ajuares funerarios, cargados de armas (la famosa falcata ibérica) y con iconografía exaltadora de los valores guerreros.
En determinados núcleos que alcanzaron el desarrollo de verdaderaas ciudades, se dio la planificación urbana.
Eran pueblos con una economía agraria, que se agrupaban en confederaciones de tipo tribal y con grupos aristocráticos.
Por el contrario, la franja cantábrica alojaba a los pueblos de mayor lejanía (astures y cántabros); mientras que los vascones y otros pueblos del grupo aquitano eran pre-indoeuropeos (de lenguas más cercanas a las ibéricas).
Los contactos iniciales de los navegantes procedentes del Mediterráneo oriental con la península ibérica se debieron limitar a pequeños y efímeros asentamentos, continuando sin grandes diferencias la conexión que desde hacía milenios se mantenía entre ambas zonas del Mediterráneo.
Las primeras factorías de fenicios y griegos debieron ser de ese tipo: promontorios o islotes cercanos a la costa, cuya principal función era proporcionar el mejor refugio posible para naves, almacenes y expedicionarios mientras mantenían los intercambios comerciales con la población local.
Aun así, hasta mucho más tarde no hubo pretensiones de establecerse en el interior del territorio peninsular.
[14] Esta ciudad, prestigiada con el templo de Melkart, habría sido la principal fuente del comercio fenicio con Tartessos.
Probablemente fueron ellos quienes introdujeron la metalurgia del hierro, bastante compleja, y el torno de alfarero.
Es probable que se tratasen de enclaves íberos o fenicios utilizados por los navegantes griegos para pernoctar, aprovisionarse y comerciar con los pueblos indígenas del interior, y a los que acabaron por dar sus propios nombres griegos.
La influencia griega sobre los pueblos íberos se evidencia en muchos rasgos culturales y artísticos, e incluso en la adopción del alfabeto; hasta tal punto que se ha podido denominar "mediterranización" al proceso de homogeneización de las culturas indígenas peninsulares con el ámbito cultural mediterráneo.
Según las fuentes clásicas romanas, el general cartaginés Asdrúbal el Bello en el año 227 a. C. fundó la ciudad de Qart Hadasht (actual Cartagena), posiblemente sobre un anterior asentamiento tartésico denominado Mastia Tarseion.