Precio de las emisiones

[4]​ Los daños afectan directamente o indirectamente al conjunto de los habitantes del planeta, y a menudo a largo plazo, pero los principales responsables de las emisiones de estos gases no soportan más que una pequeña parte de los costes inducidos, y a menudo ni siquiera son conscientes; es lo que los economistas denominan «el problema del polizón» y las «emisiones grises».[6]​ Existen 2 principales tipos de mecanismo para fijar o hacer emerger un precio del carbono: Ambos sistemas son eficientes: tienen los mismos costes sociales y el mismo efecto en los beneficios si los cupos son subastados.Sin embargo algunos economistas sostienen que los cupos impiden políticas climáticas no basadas en el precio, como las subvenciones a la energía renovable.Se han celebrado negociaciones adicionales para aclarar detalles que no habían sido especificados en este protocolo; estas reglas han sido definidas durante los acuerdos de Marrakech en 2001.[n 1]​ Están en marcha reformas para restaurar la eficacia de este mercado.Este encargo de 2016 tendría que «orientar las inversiones de los ciudadanos, los cargos públicos y las empresas hacia los proyectos y productos más favorables para el clima».Por lo tanto, se necesitan emisiones negativas para reducir la concentración de CO2 atmosférico.Aquí, una apertura tecnológica podría ser la mejor opción, ya que se puede esperar una reducción en los costos debido al progreso técnico.En resumen, mientras que un precio del carbono tiene el potencial de reducir las emisiones futuras, un subsidio al carbono tiene el potencial de reducir las emisiones pasadas.[19]​ La OCDE publicó durante la COP21 un estudio sobre los precios del carbono practicados en 41 países: los 34 miembros de la OCDE más China, India, Rusia, Brasil, Argentina, Indonesia y Sudáfrica; estos países agrupan el 80 % del consumo mundial de energía.Según los expertos de esta comisión copresidida por Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía, y Nicholas Stern, antiguo vicepresidente del Banco mundial, este precio deberá situarse entre 50 y 100 €/t desde 2030; los países más ricos tendrían que pagar sus emisiones de CO2 cuanto antes, y más caras que los más pobres.Los economistas consideran que poner un precio a las emisiones GEI está entre los métodos más eficientes para reducirlas.[37]​ Finalmente el análisis económico establece que, como al regulador le resultaría extremadamente difícil calcular con exactitud la utilidad que cada emisor obtiene de sus emisiones, una regulación directa (command and control regulation) sería menos eficiente que un mecanismo de mercado como el precio del carbono.En palabras del Grupo Integubernamental de Expertos contra el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés): «para mitigar el calentamiento mundial, los subsidios a la energía renovable son una alternativa menos eficiente a los impuestos sobre el carbono y al comercio de derechos de emisión.» (sección 3.8.1.2)[38]​
Mapa de los países del mundo por sus emisiones de dióxido de carbono