La existencia del partido estuvo estrechamente vinculada a Cánovas hasta su asesinato en 1897.
Cuando la monarquía amadeísta fracasó —y se proclamó la Primera República Española— el pequeño grupo canovista pasó a encabezar la causa del príncipe Alfonso en quien Isabel II, exiliada en París, había abdicado sus derechos al trono en junio de 1870.
[3][4][5] El apoyo que recibió de las elites sociales y económicas ―especialmente del mundo de los negocios catalán y madrileño, singularmente el relacionado con las colonias― fue decisivo en su consolidación.
Según Fidel Gómez Ochoa, «en aquel acto tomó su primera forma el Partido Liberal-Conservador».
Paradójicamente, Antonio Maura había militado originalmente en el Partido Liberal, aunque se escindió del mismo junto a los partidarios de Germán Gamazo Calvo —los llamados gamacistas— y acabó integrándose dentro del Partido Conservador.
[24] En 1903, Alfonso XIII le había encargado ya la presidencia del Gobierno.
En 1913 abandonó la jefatura del partido, aunque todavía mantendría una importante posición en el mismo.
En 1913 acepta la jefatura del Partido Conservador el abogado gallego Eduardo Dato Iradier y se produce su ruptura con Antonio Maura al aceptar el encargo de formar gobierno, lo que supuso la fractura del Partido Conservador entre los partidarios de uno y de otro: los mauristas y los datistas o idóneos.
Aquel contexto, con la Primera Guerra Mundial, la huelga general de 1917 y la Revolución rusa, aconsejó al rey Alfonso XIII recurrir de nuevo al viejo político conservador.
Ambos gabinetes estuvieron sustentados por Eduardo Dato y sus diputados afines, pero cobró poder dentro del conservadurismo el diputado por Murcia y ministro Juan de la Cierva y Peñafiel, quien se opuso a que Sánchez de Toca aceptase la Comisión Mixta Obreros-Patronos que intentó poner fin al pistolerismo en Cataluña.