[5] José Varela Ortega explica así que Sagasta transigiera con la propuesta de la Izquierda Dinástica: «Sagasta se vio acorralado, y no se sintió con fuerzas para contrarrestar el ataque de la Izquierda unida en las Cámaras...
[6] Sagasta dimitió el 11 de octubre de 1883 y el rey Alfonso XII, sin apertura de consultas,[7] ofreció la presidencia del gobierno, tal como habían acordado los liberales y la Izquierda Dinástica, a José Posada Herrera, que hacía pocos meses que se había unido a los izquierdistas.
Sin embargo, el gobierno no puso fin al «patronato» como reclamaba el Partido Liberal Autonomista cubano, defensor de la abolición inmediata y absoluta de la esclavitud en la isla.
[24] El choque entre liberales e izquierdistas se produjo cuando el Gobierno en el discurso de la Corona propuso la recuperación del sufragio universal (masculino) y la reforma de la Constitución de 1876, y ello a pesar de que Posada Herrera nunca había sido partidario del sufragio universal, tal y como afirmaba años atrás «¿qué derechos dais a los pobres con un artículo constitucional?».
[29][27] Como ha indicado Carlos Dardé, Sagasta quiso demostrar que la unidad de los liberales sin él era imposible.
[cita requerida] Para forzar la situación dos diputados liberales propusieron el aplazamiento de la implantación del sufragio universal[33] y el gobierno perdió la votación ya que 221 diputados fusionistas votaron a favor frente a 126 en contra.
Carlos Navarro Rodrigo (fusionista) le recordó al Presidente sus contradicciones personales respecto al sufragio universal, y por su parte Segismundo Moret, acusó a Sagasta de haber conocido y aprobado con anterioridad el mensaje de Alfonso XII.
Los votos particulares de los fusionistas Trinitario Capdepón y Francisco Cañamaque alargaron la discusión parlamentaria siendo concluida, al día siguiente, con la intervención de Cánovas que declaró que el sufragio universal era contrario a la soberanía nacional.