Fue denominado Doctor en Filosofía por la Universidad de Madrid (1904) con su obra Los terrores del año mil.
En esta última, se vio influido por el neokantismo de Hermann Cohen y Paul Natorp, entre otros.
Fue el primer director del semanario España, en 1915, y colaborador del diario El Sol desde su fundación en 1917, donde publicó bajo la forma de folletones dos obras importantes: España invertebrada y La rebelión de las masas.
Desde esta publicación promovió la traducción y comentario de las más importantes tendencias filosóficas y científicas en nombres tales como: Oswald Spengler, Johan Huizinga, Edmund Husserl, Georg Simmel, Jakob von Uexküll, Heinz Heimsoeth, Franz Brentano, Hans Driesch, Ernst Müller, Alexander Pfänder, Bertrand Russell y otros.
Entre esos «cartuchos detonantes» destacó dos, la forma como se había resuelto la cuestión regional («Si la Constitución crea desde luego la organización de España en regiones, ya no será la España una, quien se encuentre frente a frente de dos o tres regiones indóciles, sino que serán las regiones entre sí quienes se enfrenten, pudiendo de esta suerte cernirse majestuoso sobre sus diferencias el Poder nacional, integral, estatal y único soberano.
[8] Por otra parte, Ortega consideraba que el programa de reformas militares llevado a cabo por Azaña (revertido cuatro años después por Gil-Robles como ministro de la Guerra del bienio derechista) era lo más novedoso e importante llevado a cabo por la República, escribiendo al respecto en 1931: «Esta hazaña es la de Azaña».
En su artículo En cuanto al pacifismo, escrito ya en el exilio, se refiere Ortega a este episodio.
Habiéndosele impedido recuperar su cátedra (aunque al parecer consiguió cobrar sus sueldos atrasados), optó por fundar un «Instituto de Humanidades» donde impartía sus lecciones.
[12] En honor a José Ortega y Gasset se construyó un colegio con su nombre en el barrio de Tetuán (Madrid).
La Filosofía es el saber que se encarga de aproximarnos a esta cuestión.
«Filosofía» en Ortega se encuentra unida a la palabra «circunstancia», que Ortega hace famosa en su expresión: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo.» (Meditaciones del Quijote, 1914).
[15] También Raley muestra cómo a Ortega le pareció imposible la epokhé o reducción fenomenológica: para Ortega el dato primario no es la conciencia de los fenómenos, sino el hombre o la mujer vivientes, la persona que soy yo: «the “consciousness of phenomena”, but rather the living man or woman, the person that I am».
Pero, según arguyen tanto Ortega como Marías, la puesta entre paréntesis (Einklammerung) del contenido fenomenológico, con su énfasis concomitante en la conciencia pura, supone un retroceso al idealismo...
Pero eso es solo una verdad a medias, porque lo cierto es que sin interpretación nos queda muy poco de cualquier valor humano.
Son interpretaciones de la realidad, y esto significa ante todo que pertenecen a ella.
[18] «Tan pronto como Ortega asimiló lo que Alemania tenía para ofrecerle y se sumergió nuevamente en sus circunstancias españolas, comenzó a alejarse de sus mentores alemanes y a buscar un modo de filosofía que fuera verdaderamente auténtica en los tres sentidos del término que le importaba: profundamente española, profundamente personal y al más alto nivel de autenticidad, lo que él llamó a la altura del tiempo... Ortega regresó a España, la primera vez, agradecido de sus mentores alemanes, pero insatisfecho con el pensamiento neo-kantiano dominante en Alemania; y después de su segunda visita, descontento con la dirección que estaba tomando Husserl al volver a Descartes.
Pero pronto se dio cuenta de que, al fin y al cabo, Husserl no podía escapar de la atracción gravitacional del cartesianismo, que para Ortega era un paso atrás en un subjetivismo idealista fértil pero anacrónico».
En su germinal libro, asombrosamente hermoso, Meditaciones del Quijote, formuló la doctrina que había estado buscando desde su estancia en Alemania.
Con esto llegamos a la premisa principal de la doctrina orteguiana: "Mi vida", la de cada cual, es la realidad primaria o "radical" en la que todos los demás seres, realidades y cosas –incluido yo mismo– se me aparecen... Mi vida es donde encuentro todas las realidades, y donde las realidades me encuentran a mí, incluidas las que me trascienden –historia, cultura, cosmos, Dios– y donde me descubro como una persona viviente... "Estar" en el sentido orteguiano tiene un aspecto parecido al concepto heideggeriano in-der-Welt-sein, estar en el mundo.
No es que perciba el cosmos y su contenido a una distancia sensorial independiente de mi vida.
En cambio, mi percepción sensorial es la facultad que me da la presencia inmediata e inseparable de la realidad aquí y ahora.
Y esto nos da la clave para la tercera tesis orteguiana: la cultura es lo que el hombre añade a su natura».
El pensamiento de Ortega se suele dividir en tres etapas: El perspectivismo o «doctrina del punto de vista» es una doctrina filosófica que sostiene que toda percepción e ideación es subjetiva.
Julián Marías descubrió la más antigua discusión etimológica en el lingüista y filósofo Teichmüller (1879), de la cual se sirvió Ortega en fecha tan temprana como 1914 para hacer la primera interpretación filosófica de esa palabra.
El hombre es un ser que se encuentra inmerso, sumergido en una circunstancia (o naturaleza), la cual le presenta distintas concepciones de su estado físico y mental.
Su visión de la vida es básicamente libertaria con referencias principalmente anarquistas presentes en todos sus escritos.
[25] En este escenario, sin embargo, una minoría elegida debe salir: es parte del hombre que continuamente se esfuerza por abandonar el coro y convertirse en el protagonista, cualquiera que sea su clase y su censo.
Las masas, por otro lado, consideran el progreso como algo natural, que no ha costado ningún esfuerzo.
La novedad política en Europa consiste en la desaparición de los debates: este es el régimen que agrada al hombre-masa.
La masa y el estado se identifican entre sí: un ejemplo práctico es la Italia de Mussolini.