Harold Raley

[7]​ También Raley muestra cómo a Ortega le pareció imposible la epokhé o reducción fenomenológica: para Ortega el dato primario no es la conciencia de los fenómenos, sino el hombre o la mujer vivientes, la persona que soy yo: «the “consciousness of phenomena”, but rather the living man or woman, the person that I am».

Pero, según arguyen tanto Ortega como Marías, la puesta entre paréntesis (Einklammerung) del contenido fenomenológico, con su énfasis concomitante en la conciencia pura, supone un retroceso al idealismo...

Pero eso es solo una verdad a medias, porque lo cierto es que sin interpretación nos queda muy poco de cualquier valor humano.

Son interpretaciones de la realidad, y esto significa ante todo que pertenecen a ella.

[10]​ «Tan pronto como Ortega asimiló lo que Alemania tenía para ofrecerle y se sumergió nuevamente en sus circunstancias españolas, comenzó a alejarse de sus mentores alemanes y a buscar un modo de filosofía que fuera verdaderamente auténtica en los tres sentidos del término que le importaba: profundamente española, profundamente personal y al más alto nivel de autenticidad, lo que él llamó a la altura del tiempo... Ortega regresó a España, la primera vez, agradecido de sus mentores alemanes, pero insatisfecho con el pensamiento neo-kantiano dominante en Alemania; y después de su segunda visita, descontento con la dirección que estaba tomando Husserl al volver a Descartes.

Pero pronto se dio cuenta de que, al fin y al cabo, Husserl no podía escapar de la atracción gravitacional del cartesianismo, que para Ortega era un paso atrás en un subjetivismo idealista fértil pero anacrónico».

En su germinal libro, asombrosamente hermoso, Meditaciones del Quijote, formuló la doctrina que había estado buscando desde su estancia en Alemania.

Con esto llegamos a la premisa principal de la doctrina orteguiana: "Mi vida", la de cada cual, es la realidad primaria o "radical" en la que todos los demás seres, realidades y cosas –incluido yo mismo– se me aparecen... Mi vida es donde encuentro todas las realidades, y donde las realidades me encuentran a mí, incluidas las que me trascienden –historia, cultura, cosmos, Dios– y donde me descubro como una persona viviente... "Estar" en el sentido orteguiano tiene un aspecto parecido al concepto heideggeriano in-der-Welt-sein, estar en el mundo.

No es que perciba el cosmos y su contenido a una distancia sensorial independiente de mi vida.

En cambio, mi percepción sensorial es la facultad que me da la presencia inmediata e inseparable de la realidad aquí y ahora.

[14]​ Formado en la Iglesia Bautista, pero muy próximo en su trayectoria espiritual e intelectual a la Católica, considera que, «lejos de ser algo “acabado”, Dios se hace cada vez mayor, a medida que él mismo se manifiesta en su creativo amor.

Lejos de ser una reliquia del pasado, como muchos pretenden, para Raley el Cristianismo contiene enormes reservas creativas todavía sin explorar.

Siempre inquebrantable en su propia fe, como filósofo consumado, Marías no está menos comprometido con el examen intelectual riguroso de cada suposición.

Marías siempre se ha mantenido fiel al antiguo dicho cristiano fides quaerens intellectum (la fe que busca la comprensión).

En la visión que tiene Raley de la vida cristiana no existe una burda dicotomía entre lo secular y lo sagrado.

Mientras escribe, desafía y desenmascara la fachada fácil que Occidente ha construido bajo el estandarte de Cristo.

Se sirve del canon literario para esculpir una cosmovisión completamente en consonancia con las afirmaciones audaces de la fe cristiana y con frecuencia en desacuerdo con la evidente conducta cobarde de gran parte del Occidente cristiano...