[2] Su conocimiento del francés y del inglés, y su creatividad, la llevaron a comenzar desde muy joven a escribir poesía en francés, que ella misma destruyó al plantearse seriamente una vocación literaria.
Más tarde leyó a Valle-Inclán, Rubén Darío, Concha Espina, Amado Nervo y, sobre todo, Juan Ramón Jiménez.
[6] En ese mismo año Ernestina publicó en Madrid su obra En silencio y le envió a Juan Ramón un ejemplar esperando el juicio y crítica del poeta a su primera obra.
Pese a no recibir ninguna contestación, su camino se cruzó con el del admirado poeta y su mujer, Zenobia Camprubí, en La Granja de San Ildefonso.
[7][5] Mantuvo una intensa correspondencia con la poeta Carmen Conde, prácticamente ininterrumpida desde enero de 1928 hasta 1930.
A partir de ese año, las cartas se fueron distanciando aunque la mantuvieron hasta los años ochenta.
Sin embargo, por circunstancias diversas, se conservan sobre todo las cartas de Champourcín a Conde.
No obstante, esta obra representa un importante hito en la literatura escrita por mujeres, pues en ella la autora realiza, a través de una narradora-protagonista, un análisis sobre la crianza, educación y socialización de las niñas burguesas en las primeras décadas del pasado siglo XX.
Esta obra permite considerar a Ernestina de Champourcin como moderadamente feminista.
Ernestina se les unió en calidad de enfermera, pero debido a ciertos problemas con algunos milicianos tuvo que dejarlo y entrar como auxiliar de enfermera en el hospital regentado por Dolores Azaña.
[12] Su mentor Juan Ramón Jiménez trabajaba como agregado cultural en la embajada española en Estados Unidos y otros componentes del grupo del 27 se exiliaron también a América como fue el caso, entre otros, de Emilio Prados y Luis Cernuda.
Se inicia con Presencia a oscuras (1952) obra que supone un nuevo tiempo en su poesía.
Se puede ver que la protagonista de obras como El nombre que me diste... (1960), Cárcel (1964), Hai-kais espirituales (1967), Cartas cerradas (1968) y Poemas del ser y del estar (1972), tiene una profunda inquietud religiosa.
[10] Esta puede llamarse la de la poesía del amor sentido (1974-1991): Es la que se inicia con la vuelta del exilio, momento en el que surgen nuevas inquietudes en Champourcín: ser capaz de volver a adaptarse a su nueva situación, reencontrarse con lugares al tiempo conocidos e irreconocibles, que se caracteriza por la evocación de tiempos y lugares.
[18] Podría calificarse a Ernestina de Champourcín como feminista, entendiendo como tal la persona que vive una constante preocupación por que se reconociera el valor de la mujer en el mundo cultural e intelectual.
Es por ello por lo que su labor a favor del feminismo así entendido fue constante desde muy joven y hasta el final de sus fuerzas.
[7] Para autores como José Ángel Ascunce, Ernestina de Champourcín luchó en todo momento por la dignidad de la mujer, y esta opinión la refleja en su libro Poesía a través del tiempo.