Los artistas llamados para trabajar en los palacios reales, franceses e italianos principalmente, trajeron a España las manifestaciones artísticas del clasicismo francés y del barroco clasicista italiano, mientras los artistas españoles estaban inmersos en un barroco nacional que pervivirá aún hasta finales del siglo.Felipe V solicitó la presencia en Madrid del arquitecto Filippo Juvara (1678-1736) para que hiciera los planos de la nueva residencia real.Con Juvara primero y, tras su muerte en 1736, con Giovanni Battista Sacchetti (1690-1764) llegó el barroco clasicista italiano.Poco a poco se instaura el reformismo ilustrado contando para sus proyectos renovadores con la ayuda de notables ilustrados españoles como Aranda, Campomanes, Floridablanca, Jovellanos o Antonio Ponz.Con ello la Academia se convertía en la única instancia autorizada para expedir títulos o racionalizar el aprendizaje de las artes, controlando la orientación de la producción artística, a la que se contribuía con pensionados en Roma para los alumnos destacados.Aunque el desarrollo del Neoclasicismo en las tres artes no fue coincidente en el tiempo, puede decirse que tiene sus primeras manifestaciones durante el reinado de Fernando VI (1746-1759), florece bajo Carlos III (1759-1788) y Carlos IV (1788-1808) y prosigue todavía, tras la Guerra de la Independencia, con Fernando VII (1808- 1833), si bien ya conviviendo con otras corrientes más novedosas.En resumen, había gran interés por dotar a las poblaciones de un aspecto más noble y lujoso que pudiera reflejar la grandeza del soberano y el bienestar de sus súbditos.Desde la Academia se acomete la tarea de buscar un modelo ideal para la arquitectura.La capilla está pensada como un enorme baldaquino construido en mármoles de colores y bronces muy en la línea del último barroco romano que había aprendido en la obra del Palacio Real de Madrid.Es el arquitecto que mejor refleja la consecución y codificación de un auténtico lenguaje neoclásico, a la vez que su trabajo como arquitecto real le convierte en el traductor de los gustos del rey.La escultura neoclásica tuvo un desarrollo particular y menos visible que en otras artes.Por ello los primeros indicios de cambio se encaminaron hacia el barroco francés que trajeron los escultores cortesanos.Desde la Academia, artistas como Francisco Gutiérrez (1727-1782) o Manuel Álvarez de la Peña (1727-1797) crearon esculturas en materiales nobles, en muchos casos destinadas al ornato urbano.El cordobés José Álvarez Cubero (1768-1827) es un ejemplo del neoclasicismo español que, aunque había recibido una educación inicial en el barroco, luego completó su formación en París y en Roma, donde entabló amistad y fue asistente del italiano Antonio Canova y luego también escultor de la corte en el exilio del rey Carlos IV.Su obra está formada principalmente por escultura religiosa, aunque también realizó composiciones pictóricas, fue un hábil urbanista y diseñó monumentos conmemorativos.Los monarcas Felipe V y Fernando VI habían llamado a pintores franceses e italianos, como Louis Michel van Loo, Jacopo Amigoni o Corrado Giaquinto, que iniciaron la decoración del Palacio Real.Pero la regeneración de la pintura española se produjo con la venida a España en 1761, llamado por Carlos III, del artista bohemio Anton Raphael Mengs.Su llegada trastocó el orden hasta entonces existente porque sus orientaciones fueron seguidas fielmente por el rey, que le concedió todos los honores imaginables ejerciendo desde la Academia, como pintor y como teórico, una auténtica dictadura artística que influyó en la formación de los pintores españoles.Los Bayeu cultivaron el fresco, sobre todo Francisco (1734-1795) que colaboró en la decoración de la basílica del Pilar de Zaragoza y en el oratorio del Palacio Real de Aranjuez (1791); Ramón, menos brillante, se especializó en los cartones para tapices que resolvió con una técnica suelta y precisa.Después de la Guerra de la Independencia emergen otros pintores más jóvenes que siguen el Neoclasicismo ortodoxo, para luego pasar hacia estilos más eclécticos.