Es el centro museístico más extenso y representativo de todo el territorio aragonés.
Sus colecciones resumen la historia desde la Prehistoria hasta el siglo XX: Antigüedad, Alta Edad Media, Renacimiento, Gótico, Barroco, Goya y su época, siglos XIX y XX.
Esta amplia variedad se completa con las colecciones singulares de arte oriental, cerámica o etnología.
Se trata del museo más antiguo de la capital aragonesa y la sede principal (que alberga las secciones de Arqueología y Bellas Artes) está ubicada en un edificio neorrenacentista construido para la Exposición Hispano-Francesa de 1908 por los arquitectos Ricardo Magdalena y Julio Bravo.
Su diseño está inspirado en el Patio de la Infanta, de la que fue casa del rico comerciante y mecenas del renacimiento aragonés Gabriel Zaporta.
Se abrió al público por primera vez en enero de 1848.
En 1971 pasó a depender del entonces Ministerio de Educación y Ciencia, más tarde se transfirió su gestión a la Comunidad Autónoma de Aragón (1987), pero conservando la titularidad estatal.
La Academia de San Luis al frente del Museo.
La Academia de San Luis al frente del Museo.
El Museo pasa a depender del Ministerio de Educación y Ciencia.
Se suman al Museo el Museo Etnológico y de Ciencias Naturales de Aragón (parque José Antonio Labordeta, Zaragoza).
El Museo pasa a depender del Ministerio de Cultura.
Probablemente realizada en Roma y, en principio, ideada para ser insertada otra pieza para crear un busto compuesto de distintos materiales.
Dentro de este último apartado, destaca la figura del aragonés Damián Forment, del que el museo posee un total de siete obras, algunas procedentes del desaparecido Monasterio de Santa Engracia y bastante mutiladas,[nota 1] y otras en perfecto estado de conservación, como es el caso del San Onofre o Santa Ana, la Virgen y el niño, esta última inédita hasta 2019,[19] depósito de una colección particular zaragozana.
[19] La colección de arte del Barroco está conformado por un total de tres mil piezas, aproximadamente,[29] entre las que sobresalen las pertenecientes a la escuela aragonesa.
Así, del primero, destaca un Autorretrato pintando a su padre Daniel Martínez (que perteneció al pintor oscense Valentín Carderera y que tradicionalmente venía asignándose a su hijo, fray Jerónimo Martínez y Jenequi),[30] San Pedro Nolasco o una exquisita Santa Catalina, mientras que del segundo sobresale el grupo de pinturas en torno a la vida de San Benito de Nursia y San Bernardo de Claraval que antaño decoraron el Monasterio de Veruela.
La pintura barroca española está escasamente representada, aunque posee notables ejemplos pertenecientes a maestros de la escuela madrileña,[31] como Antonio de Pereda, Juan de Arellano, Claudio Coello, Alonso del Arco, Andrés Deleito (círculo), José Moreno o Juan Puche, entre otros.
[34] Igualmente, se conservan dos pequeños cobres, procedentes de conventos desamortizados, y pertenecientes a la escuela flamenca, pese a que no se ha podido establecer con rotundidad su autoría.
[35] Los fondos del siglo de la Ilustración del Museo de Zaragoza reflejan un panorama local que se extiende hacia los ámbitos nacionales e internacionales.
La figura de Luzán estaba escasamente representada en el museo, aunque con la adquisición de la obra San José y el Niño en 2007 se ha logrado paliar esta laguna.
[39] A estos ejemplos se suman dos pequeños lienzos de Antonio González Velázquez[nota 7] y Mariano Salvador Maella,[nota 8] los cuales fueron descubiertos en 2017 y expuestos por primera vez al público.
Aunque los nuevos estudios han matizado viejas atribuciones, no siempre han tenido resultados adversos: un lienzo que representaba la muerte de san Antonio Abad y que se creía de Francisco Bayeu o González Velázquez, fue desvelado en junio de 2017 como obra original del propio Goya, tras someterse a un estudio de restauración en profundidad.
De la etapa de Goya en Italia, entre 1769 y 1771, cabe mencionar un boceto para el Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes, obra con la que se presentó al concurso que convocó la Academia de Parma en 1771,[nota 11] así como Venus y Adonis, obra de pequeño tamaño destinada a la venta rápida para costear su estancia en Italia.
El museo también posee una de las colecciones más representativas y completas de la obra gráfica del genio aragonés, compuesta por dibujos, estampas calcográficas y litografías.
En cuanto a la pintura del siglo XX el museo cuenta con lienzos de Joaquín Sorolla, Francisco Marín Bagüés o Natalio Bayo.
La segunda en importancia, no por tamaño, sino por el estatus de artista que la apadrina, es la colección Kotoge de cerámica, iniciada con la donación de varias piezas al museo por parte del ceramista japonés Tanzan Kotoge y que se ha completado con piezas de su hijo y discípulo Kentaro Kotoge.