El estilo de Marín Bagüés se caracterizaba por su un incisivo reflejo del costumbrismo rural aragonés y por una técnica de pintura empastada y pincelada suelta.
En estos viajes conoció los movimientos artísticos de vanguardia: el Art nouveau francés, el Modernismo europeo y el Futurismo italiano.
A su regreso a España fue nombrado conservador del Museo Provincial de Bellas Artes de Zaragoza y abrió con éxito su propio estudio particular.
Progresivamente, va incorporando a su pintura las innovaciones vanguardistas, como sucede en La Jota, de 1932, en el que conjuga la monumentalidad costumbrista con elementos del Cubismo y el dinamismo futurista.
En general, Marín Bagüés destacó por un acusado regionalismo que recorre toda su obra, combinado con ser el introductor y más característico representante de las vanguardias en la pintura aragonesa.