Gracias a su dominio del inglés, representó al entonces Club Antirreeleccionista ante el gobierno de Estados Unidos.
Este lema, que hasta la fecha rubrica los documentos oficiales signados por funcionarios del gobierno federal mexicano, tiene su origen, sin embargo, en el Plan de La Noria, encabezado por Porfirio Díaz contra Benito Juárez, en 1871.
Díaz renunció, y el gobierno provisional instalado al efecto convocó a nuevas elecciones presidenciales en las que Madero triunfó en 1911.
Al proclamarse el Plan de Agua Prieta en 1920, Vasconcelos se alineó con Álvaro Obregón contra Carranza.
Las acciones que realiza como rector de la universidad fueron básicamente para divulgar los clásicos (literatura, música, arquitectura, etc.).
Su espíritu iberoamericano, expresado en su obra literaria, queda también reflejado en la propuesta al Consejo Universitario, en abril de 1921, del escudo que la actual UNAM ostenta hasta la fecha y en el que plasma su convicción de que los mexicanos deben difundir su propia patria con la gran patria hispanoamericana como una nueva expresión de los destinos humanos.
Tal fue el caso de muralistas como David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Diego Rivera.
Además, su relación con Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles estuvo siempre mediada por la desconfianza que le inspiraban los mexicanos del norte de la república.
Es por eso por lo que, luego de su brillante inicio como funcionario público, Vasconcelos decidió retirarse del ejercicio de los cargos públicos, para dedicarse a satisfacer su pasión por la escritura, el análisis filosófico y la polémica.
En su filosofía como educador propone: Sentir la cultura mestiza como base del concepto de mexicanidad.
Eso lo llevaría a enfrentarse al candidato de Calles, Pascual Ortiz Rubio en una desigual campaña que recordó a muchos la que Madero desarrolló en 1909 contra Porfirio Díaz, no solo por el apoyo del aparato del Estado al candidato Ortiz Rubio, sino también por la violencia que muchos vasconcelistas debieron padecer en carne propia.
El mismo día de las elecciones se abre fuego contra los votantes en diversas poblaciones del país.
Los resultados, sin valor alguno para la mayoría de los historiadores del periodo, dejaban ver--sin embargo--el claro mensaje que Calles y su grupo enviaban a Vasconcelos: no se respetarían elecciones democráticas, sino sucesión presidencial previamente acordada por el jefe de Estado, lo que se convirtió en modelo político mexicano tocante al tema de la sucesión presidencial a lo largo del siglo XX.
No solo eso, para Vasconcelos implicó el inicio de un doloroso, pero altamente productivo, exilio por Estados Unidos y Europa, que le permitió dedicarse de lleno al análisis filosófico (lo que le permitió adentrarse en el análisis del pensamiento filosófico hindú), a escribir su monumental autobiografía, un referente obligado para comprender el México del siglo XX, y una serie de artículos y comentarios sobre temas diversos.
Durante su paso por Estados Unidos, Vasconcelos se convirtió en una «estrella» del entonces naciente circuito de oradores destacados que las universidades estadounidenses invitan para informar sobre lo que sucede en otros países, pero que también le permitió a Vasconcelos, por otra parte, satisfacer sus más elementales necesidades económicas, pues a su paso por el servicio público no acumuló riquezas.
Una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, Vasconcelos continuó como director de la Biblioteca Nacional, cargo que combinó con una activa carrera como profesor universitario y polemista.
Su discurso de ingreso fue respondido por Genaro Fernández MacGregor, quien refirió a Vasconcelos como «el mexicano más ilustre desde la independencia».
Posterior al fraude del '29, su desilusión política y su enemistad profunda con el PNR (autoproclamado «revolucionario» y que, en años posteriores se inclinaría más cerca de algunas ideas socialistas) que lo había perseguido, atentado contra su vida y empujado al exilio, lo llevan a virar ideológicamente hacia la derecha política mexicana, se convierte en un anticomunista que reniega de todo movimiento «revolucionario o de izquierdas».
Esta germanofilia latinoamericana admiraba las representaciones propagandísticas del régimen nazi como una nueva propuesta paternalista de economía corporativa basada en un enérgico y ambicioso nacionalismo de Estado, que procura la prosperidad del pueblo nacional frente a intereses extranjeros,[20] y que podía verse, en México, como una alternativa al poderoso atractivo que ejercía sobre las clases trabajadoras urbanas el modelo socialista de la Unión Soviética, que además gozaba de buena relación con la clase política mexicana.
En toda América Latina, sobre todo en el Cono Sur, hay mucha germanofilia en esos años, Argentina, en Chile, y hubo muchas figuras que no vieron con claridad el veneno terrible inaudito que significaba el nacionalsocialismo y entonces vieron con simpatía, sobre todo al principio de los años 30, lo que se estaba desarrollando en Alemania[22]En este contexto, la enemistad con la izquierda y la ideología nacionalista de Vasconcelos, lo llevaron a mostrar afinidad por Alemania, como rival de los modelos de «falsa democracia burguesa», el imperialismo norteamericano que tanto había lastimado históricamente a la soberanía de los países latinoamericanos y por oposición al comunismo soviético, que repudiaba.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Vasconcelos justificó la necesidad de que los aliados fueran derrotados por Alemania.
mi padre, después de la campaña de 1929 por la presidencia, sí, tuvo un viraje psicológico yo creo que más que nada hacia la derecha, y entonces él empezó a hacer cosas completamente contradictorias con lo que él había hecho en su gran época, en su juventud y madurez, como digo, mucha gente le atribuye el rescate de las culturas aborígenes, primarias mexicanas esenciales, el orgullo en la mezcla racial que es México, bueno, son actitudes opuestas a cualquier tipo de racismo.
Vasconcelos realiza una filosofía ecléctica en la que desde una lectura propia de diversos conceptos busca establecer un marco metafísico y estético para realidad mexicana.
Se trata en su conjunto de una obra que ha sido influyente para la conformación del pensamiento filosófico, humanista y político en Latinoamérica, que recorrió y cultivó intelectualmente como se atestigua en las narraciones de «La raza cósmica».
Botas) lo siguiente: «La Estética, libro de los más importantes en la literatura filosófica iberoamericana, recoge y rectifica temas tratados en los cuatro libros anteriores, y tiene esa audacia de inspiración que sorprendió en sus primeros ensayos.
Vasconcelos se aventuró en las aguas de la ficción literaria con obras en diversos géneros.