Plutarco Elías Calles fija su residencia en San Diego, California y no regresa a México sino hasta que el presidente Manuel Ávila Camacho, al final de su mandato, le permite de nuevo residir en el país, adonde retorna gravemente enfermo.
[16] Durante su estancia en Ures, Elías Lucero convivió y procreó dos hijos con la profesora Juana Lidia Malvido, con quien vivió hasta 1876.
[2] Ese mismo año su padre lo lleva a Arizpe, de donde regresó Calles desorientado y un poco alcohólico.
Ahí, Calles se dedicó a la agricultura: plantaba trigo, papa y maíz, sin embargo, tampoco con ello adquirió estabilidad económica.
En 1911 Calles abrió un comercio en Agua Prieta donde distribuía semillas, granos, implementos agrícolas, petróleo, manteca, carne y piloncillo,[25] con el que le iba regularmente bien.
Acto seguido, instaló a su esposa e hijos en Nogales y se dedicó al reclutamiento de voluntarios en Douglas.
Inmediatamente se relacionó con otros jefes revolucionarios, entre ellos: Manuel M. Diéguez, Pedro F. Bracamontes y Esteban Baca Calderón.
[29] El 1 de diciembre Calles fue ascendido a coronel; Carranza le tenía particular aprecio y confianza.
En mayo de 1916 ordenó la distribución entre los empleados públicos un cuestionario en el que se les intimida para declarar su lealtad al gobierno y confesar sus antiguas filiaciones pasadas.
No pudo viajar a Inglaterra, entonces regida por el primer ministro Ramsay MacDonald, pero se conformó con enterarse del movimiento laborista de este país.
[2] Por otro lado, entre ambos surgiría una simpatía mutua, pues años después, en una gran huelga en Inglaterra, el gobierno mexicano —por órdenes de Calles— le envió 200 000 dólares dirigidos a los mineros del carbón.
[2] Luego visitó al presidente de Estados Unidos Calvin Coolidge y asistió a un banquete en su honor organizado por la Federación Estadounidense del Trabajo, donde dirigió unas palabras el reconocido líder Samuel Gompers.
El general Amaro dividió al país en 33 jefaturas que reemplazaban a diez zonas, y cuando era necesario, las subdividía.
Esta Ley efectivamente no solamente no separaba Iglesia y Estado, sino que supeditaba la primera al segundo, el cual mediante ella adquiría "Carta blanca" legal para inmiscuirse a su antojo en los asuntos estrictamente internos de las Iglesias, la Católica, en particular.
[63] El conflicto religioso se desarrolló principalmente en los estados de Guanajuato, Colima, Querétaro, Michoacán y Jalisco.
Emilio Portes Gil, comenzó una larga negociación, en la que participó como mediador, el recién llegado embajador estadounidense, Dwight Morrow.
El acuerdo no tomó en cuenta a los 500.000 combatientes del ejército cristero que para ese momento habían sufrido 25 000 bajas.
Decepcionados, la mayoría dejó las armas, otros, aun bajo la condena de las autoridades eclesiásticas continuaron la lucha durante varios años.
En México, a causa de la Guerra Cristera, muchos inversionistas desconfiaron del gobierno y se retiraron.
Los extranjeros que pretendieran comprar u obtener concesiones debían renunciar al apoyo de sus países natales.
A diferencia de Álvaro Obregón, Calles consideraba que el problema debía ser tratado no solo como un conflicto político, sino con una visión técnico-económica, bajo la dirección del Estado.
[41] Se finalizó la obra de construcción del Ferrocarril Sud Pacífico que unía a Tepic con La Quemada, en Jalisco.
A nivel estado, se construyeron también caminos carreteros que unieron las principales poblaciones de tráfico comercial.
Tuvieron doce hijos: Rodolfo (1900-1965), Plutarco (1901-1976), Bernardina (1902-1903), Natalia (1904-1998), Hortensia (1905-1996), Ernestina (1906-1984), Elodia (1908-1908), Josefina (1910-1910), Alicia (1911-1988), Artemisa (1915-1998) y Gustavo (1918-1990).
Durante el convite, Obregón fue asesinado por José de León Toral, que lo creía responsable del conflicto religioso.
A los 51 años de edad, Calles dejó el poder en manos del abogado tamaulipeco Emilio Portes Gil.
[72] En adelante, toda aspiración por el poder debía ser canalizada a través del Partido Nacional Revolucionario.
[11] En suma, Calles exigía devolver su influencia política a Luis N. Morones y amenazaba a Cárdenas, de que en caso de no suprimir las divisiones del Congreso, le retiraría el poder como lo había hecho con el ingeniero Ortiz Rubio.
A éstas asistían también políticos como Gilberto Valenzuela, Juan Andreu Almazán, Ezequiel Padilla y Miguel Alemán Valdés.
Muchos atribuyeron este hecho ominoso a las duras persecuciones religiosas que había lanzado contra los católicos mexicanos.