Inicialmente Obregón planeaba retirarse de la vida pública al finalizar su mandato y trasladarse a Sonora, pero poco a poco decidió volver a la política mexicana, al punto en que se afirmaba que el gobierno era en realidad una diarquía, en la que Calles y Obregón gobernaban juntos al país.
[1] Álvaro Obregón se presentó como candidato a las elecciones celebradas el 10 de julio de 1928, en las que resultó ganador, con lo que se le otorgaría un segundo mandato presidencial.
Calles logró convertir en presidente interino a Emilio Portes Gil, quien pertenecía a una corriente moderada del obregonismo y era, por lo tanto, agradable tanto para él como para sus detractores políticos.
Obtuvo el cargo en las elecciones presidenciales extraordinarias de 1929, y lo ocupó desde 1930 hasta 1932.
Durante su gobierno hizo frente a las repercusiones de la crisis económica mundial iniciada en 1929, se redactó la Doctrina Estrada (la cual dice que México no debe juzgar, ni para bien ni para mal, los gobiernos ni los cambios en el gobierno de otras naciones) y se promulgaron la Ley Federal del Trabajo, la Ley de Crédito Agrícola y el Código Penal.
Sin embargo, no está del todo claro hasta dónde llegó realmente su poder personal y en qué consistía.