Entre 1865 y 1867, se registraron varios sucesos en el ámbito internacional que influyeron en la caída del segundo imperio.
Juárez de inmediato convocó a elecciones, en las que resultó triunfador, y su siguiente período presidencial estuvo orientado a reparar la economía, impulsar la educación, fomentar la seguridad pública, terminar con las gavillas de ladrones y caciques que asolaban al país.
Al presentarse el período electoral de 1871 , los candidatos fueron Juárez, Lerdo y Díaz.
Una nueva revolución sacudió al país, pero en julio de 1872 Juárez murió y la revuelta, prácticamente derrotada, debió acogerse al indulto del nuevo presidente: Sebastián Lerdo de Tejada.
La república restaurada significó la cristalización de los ideales liberales y el periodo donde se consolidó la actividad legislativa, pues en 1874 se restauró el Senado, que la Constitución de 1857 había abolido.
El federalismo enfrentó varios problemas, como las numerosas revueltas que se produjeron bajo Lerdo, cuyo excesivo jacobinismo le granjeó la enemistad del clero y de las clases altas.
Dicha ley consignaba que nadie podría ser molestado por sus opiniones y que todos tenían derecho de imprimirlas y circularlas sin que hubiese necesidad de censura alguna, pero al quedar enumerados los abusos a la libertad de imprenta, se veía desaparecer a esta como por arte de magia, ya que se consideraban faltas a la ley el atacar al Emperador o a los miembros de la casa reinante; dar noticias falsas o alarmantes; publicar algo que inquietara al pueblo y lo lanzara a la rebelión; ironizar contra las autoridades, etc.
Ese mismo día, Maximiliano puso en libertad a varios periodistas que habían atacado las iniquidades cometidas por las cortes marciales, no sin antes consultarlo y quizá suplicarlo al mariscal Bazaine.
A fines de 1865, Maximiliano fue engañado por el mariscal Bazaine, este le dijo que Juárez había salido del territorio nacional y el Emperador lanzó una proclama que decía: «Mexicanos: la causa que con tanto valor y constancia sostuvo don Benito Juárez había ya sucumbido no solo a la voluntad nacional, sino ante la misma ley que este caudillo invocaba en apoyo de sus títulos, Hoy, hasta la bandera en que degeneró dicha causa ha quedado abandonada por la salida de su jefe del territorio patrio».
Las tropas juaristas empezaron a avanzar inexorablemente hacia el centro del país, eficazmente auxiliadas por la Casa Blanca.
«Mi ejército apoyaba —revela en sus memorias el general americano Sheridan—, estimulaba y proveía a los liberales mexicanos con abundancia de armas y bastimentos, dejándolos a conveniente distancia, junto al río, y del lado americano... De solo el arsenal de Baton Rouge les mandamos 30 mil fusiles».
Al empezar 1867 la situación del Imperio era muy precaria y el fin se adivinaba ya.
La derrota del general Márquez causó profunda impresión en México (no se supo en Querétaro), donde había publicado falsamente el Diario del Imperio que el lugarteniente había tomado Puebla y rechazado al general Porfirio Díaz, quien se retiraba herido.
Una vez muerto Juárez, en 1872, el general Díaz se convirtió en una de las figuras políticas más importantes del país.
Una vez en el poder, actuó hábilmente para crear una red política que le permitiera establecer un cierto orden y los mecanismos para permanecer en el cargo del poder ejecutivo por más de ocho periodos, entre los cuales siete fueron de manera consecutiva.
Esta fue la última acción legislativa de importancia que en materia educativa se decretó durante la República Restaurada.
El Diario del Imperio, era el órgano oficial del gobierno imperial que contenía leyes, decretos, informes ministeriales, nombramientos de funcionarios y noticias relativas a la marcha de los negocios públicos, así como a las actividades oficiales y extraoficiales del Emperador y su cónyuge.
Un último periódico conservador salió a la luz en 1867: La Sociedad Mercantil, dirigido por don Niceto de Zamacois.
Finalmente, existe una lista de órganos queretanos pertenecientes a la época tratada en este capítulo, aunque sin dato alguno sobre su aparición y cierre.
La capital mexicana vio nacer en 1868 la Revista Universal, El Recopilador, Ilustración Espírita, La Gaceta de Policía —que solo vivió un año—; La Sociedad Católica, del eminente conservador don Ignacio Aguilar y Marocho, El Correo de México —redactado por los liberales Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez «El Nigromante» e Ignacio Manuel Altamirano—; La Guirnalda —de don Santiago Sierra, quien fue muerto en duelo por don Ireneo Paz—, El Semanario y La Vida en México.