[2] Sin embargo, fray Andrés de Guadalupe y otros autores aseguraron que esta dama se comprometió a costear[10] por entero la fundación del mismo.
[16][b] Por deseo de Juana de Cárdenas, la «fundadora» del convento, este fue colocado bajo la advocación[16][12] de Nuestra Señora de la Esperanza,[6][15] que es la que aún conserva en la actualidad, según Rivera Mateos, aunque dicha dama también cedió al nuevo convento mellariense numerosos ornamentos y algunos vasos sagrados para el culto y planeó conceder algunas rentas perpetuas al mismo para que pudiera mantenerse,[2] aunque los superiores de la Provincia de los Ángeles no lo admitieron por desear que los frailes vivieran pobremente según el estilo evangélico y como habían hecho hasta entonces «en otras fundaciones».
[17] En el siglo XVIII todo el complejo conventual fue profundamente reformado y ampliado, y en la segunda mitad de dicha centuria, como señaló el regidor Caballero Villamediana en un libro que escribió en esa época sobre la historia de Fuente Obejuna, el convento era suficientemente amplio como para acoger a ochenta frailes, aunque los superiores del mismo redujeron esa cifra «a la mitad»[2] y en 1781 ya solamente debía haber unos cuarenta.
[29] Sin embargo, los siete franciscanos fueron llevados en otro camión hasta Azuaga junto con otros siete civiles de Fuente Obejuna y encerrados en la cárcel municipal, que se hallaba junto a la ermita del Santo Cristo del Humilladero de esa localidad.
[39] Durante el resto de la Guerra Civil el convento fue ocupado por las fuerzas del bando sublevado, que lo emplearon como almacén y para alojar a sus tropas,[41] aunque hay constancia de que en el convento se estableció un pequeño hospital que poco después sería desahuciado, y de que las dependencias conventuales y sus claustros se convirtieron en el eventual alojamiento de militares sin graduación y algunos otros transeúntes, ya que los oficiales del ejército tenían su residencia habitualmente en la Casa-palacio modernista de Fuente Obejuna, que había sido cedida al bando sublevado por su dueño, el diputado José Castillejo y Castillejo.
[25] A principios de enero de 1939, Fuente Obejuna fue evacuada por las tropas franquistas y los republicanos la ocuparon durante varias semanas, viéndose obligados los franciscanos a abandonar la población, pero el 26 de enero los sublevados recuperaron la localidad y los frailes volvieron rápidamente a la misma.
[46] Los franciscanos siempre tuvieron una importancia destacadísima en Fuente Obejuna, y fray Luis Rodríguez, que fue prior del convento de San Francisco en esta época, logró incluso que algunas tierras fueran repartidas entre los «pobres de la calle Ancha» de Fuente Obejuna, por lo que siempre fue muy admirado y respetado en la población.
[47] Pero ya en esta época la decadencia del convento continuaba acentuándose, y a pesar de que el párroco y arcipreste Miguel Castillejo nunca intentó menoscabar la influencia de los franciscanos, consiguió aunar en torno a sí todas las «fuerzas vivas» del municipio.
[47] Entre 1970 y 1971 los últimos frailes franciscanos abandonaron el convento, y ya en esa época su estado general fue descrito del siguiente modo por Gahete Jurado:[46] A los pies de la iglesia se halla una puerta que consiste en un simple «vano adintelado»[48] enmarcado por unos dinteles de granito oscuro, y la portada del lado de la Epístola, donde también hay un dintel, está enmarcada por unas fajas verticales[49][50] que hacen las veces de pilastras y que están rematadas por un frontón triangular[14] en el que hay una hornacina que termina en forma de medio círculo y que está desocupada.
[8][51] El coro alto se halla a los pies de la iglesia y descansa sobre un arco rebajado, y el sotocoro está cubierto por una bóveda de medio cañón con lunetos.
[8][51] En el muro izquierdo del presbiterio hay un balcón con celosías que hacía las veces de tribuna.
En cada una de las dos calles laterales hay dos hornacinas superpuestas pero solo «marcadas» y sin profundidad en las que hay unas ménsulas sobre las que descansan las imágenes, y en el banco de la calle central del retablo, donde hay dos puertas falsas y solamente fingidas o «figuradas»,[50] hay un manifestador destinado a exponer el Santísimo Sacramento sobre el que se halla la ventana que permite contemplar el camarín que alberga la imagen moderna de Nuestra Señora de la Esperanza.
[54] En el ático o remate del retablo mayor hay un óleo sobre lienzo que es una copia del cuadro de Bartolomé Esteban Murillo conocido como la Sagrada Familia del pajarito,[55] aunque dicha copia fue realizada por el pintor José Gutiérrez-Rabé tras el final de la Guerra Civil Española y para reemplazar al óleo sobre lienzo colocado en dicho lugar que había sido quemado en 1936, durante dicha contienda,[50] al igual que la primitiva imagen de Nuestra Señora de la Esperanza, que se encontraba en el camarín.
[58] Y conviene señalar que exteriormente, tanto el camarín como sus esquinas están adornados con cornisas realizadas en piedra esculpida, aunque la calidad de la misma, según Rivera Mateos, es «deleznable», ya que con el transcurso de los siglos bastantes cornisas se han caído.
[51] Su planta tiene forma de dos rectángulos que se cruzan y que alcanzan una longitud de aproximadamente cinco metros, aunque en realidad está constituido por un cuerpo superior, en el que se halla el camarín con «forma centralizada y trilobular» y cubierto por una cúpula semiesférica muy ornamentada y con varios óculos laterales, y otro inferior en el que se encuentra la sacristía de la iglesia de San Francisco, que está cubierta por una bóveda de arista con tres semicúpulas.
[49] El cuerpo central del retablo mayor de la iglesia queda ocupado por la imagen de la Virgen de la Esperanza, aunque al estar ubicada esta última en el interior del camarín se consigue crear, en palabras del mismo autor, «un ambiente deslumbrante más espectacular y teatral», ya que toda la parte interior del mismo está sobrecargada de ornamentación.
Año de 1692», que traducido al castellano viene a decir: «Lo hizo Fray Pedro Girón.