"La doctrina revelada, en sentido estricto, es un imperativo ético, pues presenta, en su conjunto, las normas exigidas para el relacionamiento de los hombres entre sí y para con Dios".
La libertad es una capacidad inseparable e inalienable del Hombre,[10] dado por Dios, "de actuar y no actuar", "de escoger entre el bien y el mal", "practicando así por sí mismo acciones deliberadas".
[13] El Hombre, como posee dignidad, no debe ser impedido u obligado "a actuar contra su conciencia",[14] debiendo por eso "obedecer siempre al juicio cierto de su conciencia, pero esta también puede emitir juicios erróneos".
Por eso, puede haber una evolución hacia una mejor comprensión e interpretación de la Ley natural.
[17] Esta Ley ya perfecta y plenamente revelada "se resume en el mandamiento del amor a Dios y al prójimo", e es considerada por Santo Tomás de Aquino como «la propia gracia del Espíritu Santo, dada a los creyentes en Cristo».
[27] Estos mandamientos que "enuncian los deberes fundamentales del hombre para con Dios y su prójimo",[25] dan a conocer también la voluntad divina y en total son diez:[25] Según la doctrina católica sobre los Diez Mandamientos, esos mandamientos pueden ser resumidos en solo dos, que son: amar a Dios sobre todas las cosas; y amar al prójimo como a nosotros mismos.
Los vicios se relacionan con los siete pecados capitales: soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria, gula y pereza.
[49] Los católicos que cometen pecados mortales son considerados miembros imperfectos del Corpus Mysticum, luego es necesario arrepentirse y ser perdonados para entrar nuevamente en la comunión de los santos.
[50] Ese perdón tan necesario puede ser concedido por Dios sacramentalmente y por medio de la Iglesia, por la primera vez, a través del bautismo y después, ordinariamente, a través de la reconciliación.
[45] Pero Dios también puede conceder ese perdón a través de muchas maneras diferentes (o hasta mismo directamente) para todos aquellos que se arrepientan (incluyendo los no-católicos).
En ese caso, para eliminarlas, es necesario obtener indulgencias y practicar buenas obras durante la vida terrenal o también, después de morir, una purificación del alma en el Purgatorio, con la finalidad de entrar puro y santo en el Cielo.
[52] En relación con la sexualidad, la Iglesia Católica invita a todos sus fieles a vivir en castidad, que es una virtud moral y un don de Dios[55] que permite la "integración positiva de la sexualidad en la persona".
Esa integración tiene por objetivo volver posible "la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual",[56] suponiendo que hay "un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana.
[58] Luego "todos los bautizados son llamados a la castidad",[59] porque la sexualidad solo se "torna personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y temporalmente ilimitado, del hombre y de la mujer",[56] ambos unidos por el sacramento del matrimonio (que es indisoluble).
[60] Por eso, los actos sexuales solo pueden "tener lugar exclusivamente en el Matrimonio" fuera del cual constituyen siempre un pecado grave.
[68] Por esta razón, la sexualidad no sólo tiene una función de procrear, sino también un papel importante en la vida íntima conyugal.
[73] Esa virtud permite una vivencia conyugal perfecta basada en la fidelidad y en la fecundidad matrimoniales.
[82] La Iglesia repudia también cualquier reconocimiento legal de las uniones entre personas del mismo sexo.
[82] La Iglesia Católica considera la vida humana como sagrada y como un valor absoluto e inalienable,[85] por eso condena, entre otras prácticas, la violencia,[86] el homicidio, el suicidio, el aborto inducido, la eutanasia,[87] a clonación humana (sea ella reproductiva o terapéutica)[88] y las búsquedas o prácticas científicas que usan células madre extraídas del embrión humano vivo (que provocan la muerte del embrión).
[91][92] Según esa lógica, la reproducción asistida es también considerada inmoral porque disocia la procreación del acto sexual conyugal, "instaurando así un dominio de la técnica sobre el origen y el destino de la persona humana".
[94] La píldora, la esterilización directa, el preservativo y otros métodos de anticoncepción son expresamente condenados.