[2] Su origen se encuentra en la monarquía visigoda, aunque no fue hasta el reinado de Carlos I de España en el siglo XVI cuando comenzó a regularse y establecerse como es conocida hasta la actualidad.
[1] Este freno convirtió a ese reducido grupo de linajes en la nobleza más alta del reino, encabezados por el hermano del rey, el infante don Fernando, principal magnate de Castilla en su tiempo.
[11] Lo cierto es que cuando llegó a España con su corte flamenca, la nobleza castellana continuó ejerciendo su derecho tradicional de mostrarse cubiertos ante el rey, costumbre que fue considerada por los flamencos como soberbia, pues ellos sí se descubrían en su presencia.
[9] En el siglo XVII, Alonso Carrillo en su obra también los denominó grandes de Castilla.
[11] Estas Grandezas de 1520 no fueron las únicas otorgadas por Carlos I durante su reinado, puesto que hasta la muerte del emperador, fueron hasta cincuenta las personas que obtuvieron esta dignidad, repartidas entre treinta y tres españoles, catorce italianos, tres flamencos y un indiano.
No obstante, se sigue considerando a los célebres veinticinco primeros como la cabeza del estamento nobiliario español, y aunque sus prerrogativas honoríficas sean hoy en día las mismas que las del resto de los grandes, su estimación como representantes de los más grandes y poderosos linajes de la Baja Edad Media continúa intacta.
Desde entonces, Francisco Franco se arrogó el derecho de reconocer y conceder títulos nobiliarios.
Los monarcas españoles han continuado concediendo, con mesura, esta alta distinción a destacadas personalidades de la nobleza y de la vida pública nacional, como por ejemplo, la concedida por Juan Carlos I al que fue presidente del Gobierno durante la transición a la democracia, Adolfo Suárez, junto con el título de duque.
La Constitución española de 1978, en su artículo 62, reconoce al rey conceder honores y distinciones con arreglo a las leyes, al amparo del cual se desarrolla la vigente legislación española en materia de títulos nobiliarios.
Sus armas están timbradas por la corona heráldica del título nobiliario de mayor rango.
Dicho manto está únicamente reservado a reyes, príncipes y grandes.
La diputación fue creada en 1815, por decisión real, como órgano rector de una corporación institucional formada solamente por los grandes, tanto grandezas cargadas sobre títulos como las personales.
El desempeño de los cargos es por cuatro años y sus titulares son reelegibles.