Anteriormente se habían realizado algunos primeros estudios a finales del siglo xix, pero eran puntuales y sin continuidad.
Estos habían sido llevados a cabo por, entre otros, el médico e historiador tinerfeño Juan Bethencourt Alfonso o el antropólogo francés René Verneau.
Esto se basa tanto en el parecido de la lengua e inscripciones, como en determinados elementos culturales.
[2] Sin embargo, se mantiene la incógnita sobre cómo pudieron llegar a la isla, existiendo dos hipótesis: vinieron por sus propios medios o fueron transportados por otros pueblos como los fenicios, cartagineses o romanos en un premeditado proceso colonizador con fines económicos.
[12][13] Las fechas más antiguas para el primer poblamiento de La Gomera habían sido establecidas entre 343 y 473 d. C., habiendo sido obtenidas en yacimientos arqueológicos de El Pescante y El Alto del Garajonay (Vallehermoso) mediante datación por radiocarbono.
[14] No obstante, nuevas dataciones en el yacimiento de Lomito del Medio (San Sebastián) retrasaron el poblamiento a la primera mitad del siglo i d. C.[15] Por otra parte, los estudios genéticos modernos demuestran que a La Gomera no parecen haber llegado nuevas oleadas migratorias tras este primer poblamiento, a diferencia de lo que sucedió en el resto de islas.
La agricultura, por su parte, fue probablemente una ocupación sobre todo femenina, en la que colaborarían hombres durante la preparación del terreno, mientras que el resto de las faenas recaerían en las mujeres adultas con la ayuda de ancianas y niñas, y quizás algunos niños.
La recolección marina y pesca podría ser ejercida por toda la familia, salvo un cierto porcentaje de hombres adultos que ejercían la ganadería, y eran probablemente desplazados al interior de la isla durante la estación seca.
Así, en un primer momento coincidente con su llegada a la isla, dependían sobre todo de los recursos marinos.
Posteriormente, conforme iba aumentando la cabaña ganadera inicial y su conocimiento de los recursos insulares, pasaron a una dieta terrestre rica en proteína animal.
[23] Los asentamientos estables de los antiguos gomeros se extendían desde las partes altas del cardonal-tabaibal, aumentando en los bosques termófilos (palmerales, sabinares, etc).
Al igual que los habitantes de las demás islas, los gomeros aprovecharon las cuevas naturales abiertas por la erosión.
Pero también una misma cavidad podía acoger diversas funciones, y de hecho parece que fue lo más común.
Las cuevas eran mínimamente acondicionadas rellenando el suelo con tierra y piedras para nivelarlo en caso necesario, añadiéndose además una yacija vegetal compuesta por ramas de labiadas y acículas de pino canario para que los cuerpos no estuvieran en contacto directo con la tierra.
[18][24] La necrópolis se encuentra separada de la vivienda como pasa en otras culturas, pero integrada en un mismo complejo.
De carácter religioso (véase apartado Religión), se pueden dividir en dos tipos: simples y complejas.
Estas estructuras presentan analogías sobre todo con las halladas en la isla de El Hierro, existiendo también muestras en Gran Canaria y Fuerteventura.
[25] Otras construcciones de origen prehispánico y que continuaron usándose en época histórica son los denominados guros o guronas.
Según estos autores, tanto hombres como mujeres se cubrían los genitales con faldas coloreadas que denominaban tahuyan, las mujeres hasta las rodillas y los hombres hasta medio muslo, llevando el torso generalmente descubierto.
[29][30][31] En la organización social de los gomeros había una institución muy parecida a otra existente en Marruecos denominada pactos o alianzas por colactación.
[20] Como para el resto de aborígenes canarios, para los antiguos gomeros las grandes montañas y los roques singulares eran lugares especialmente sacralizados.
[25] Asimismo, la pervivencia del topónimo Bailadero en varios parajes de la isla indica su posible vinculación a rituales aborígenes.
[34] Otro tipo de ofrenda religiosa era la realizada en las denominadas cazoletas, huecos excavados en la roca y generalmente unidos por canales.
Estos rituales consistían en hacer balar al ganado para así implorar la clemencia de la divinidad.
[38][37][39] Los aborígenes gomeros hablaban una variedad insular de las lenguas amaziges, que fue desarrollándose en la isla tras el primer poblamiento y el posterior aislamiento secular.
[41] No obstante, a pesar de esta escasez en los textos antiguos, varias palabras prehispánicas sobrevivieron y fueron incorporadas al español insular (véase apartado Supervivencias).
Las expediciones se suceden a lo largo de esta centuria, tanto por marinos mallorquines como portugueses, castellanos y genoveses.
Es presumible por tanto el contacto durante este periodo entre europeos y gomeros, aunque no existen pruebas documentales ni arqueológicas que lo atestigüen.
A la mañana siguiente intentan un nuevo desembarco para hacer aguada, pero son rechazados por los aborígenes abandonando entonces la isla.
[46] No obstante, la cultura prehispánica gomera desapareció por completo, perviviendo únicamente determinadas prácticas ligadas sobre todo al mundo pastoril, como por ejemplo el denominado salto del pastor, la alfarería tradicional o manifestaciones culturales como el baile del tambor y el silbo gomero que, aunque fuertemente castellanizadas, poseen un sustrato aborigen.