Pinus canariensis

Como en todos los pinos, las inflorescencias son conos, estando los masculinos y femeninos separados en distintos brotes del mismo árbol.

Los conos o estróbilos femeninos son primero de color rojo intenso para pasar luego a verde.

El cono o estróbilo femenino maduro está formado por escamas imbricadas, subsentadas a lo largo de un eje leñoso central.

Estas escamas se separan cuando las condiciones externas, especialmente la sequedad del ambiente lo permiten.

Otra característica muy importante es su resistencia al fuego gracias en parte a la gruesa corteza que cubre sus troncos y los aísla del calor.

Como en muchas otras especies, la madera del pino canario presenta duramen y albura perfectamente diferenciados.

Sin embargo, el duramen (tea), de color uniforme fuertemente acaramelado y translúcida al despiece es una madera muy singular por su alta densidad (se hunde en agua) debida a su altísimo contenido en extractivos, sobre todo resinas y polifenoles.

En La Gomera coexisten poblaciones relícticas naturales (El Garabato e Imada), junto con reforestaciones realizadas en el siglo XX.

En Fuerteventura y Lanzarote sólo se encuentra actualmente en repoblaciones, si bien en ambas islas hay datos que atestiguan su presencia en el pasado.

La distribución geográfica actual del pino canario en las islas no se corresponde con la que primitivamente tuvo.

Mientras que aún no se han recuperado zonas que históricamente ocupó, sobre todo en el Sur de Gran Canaria y Tenerife, el pino ocupa hoy nichos ecológicos de otras formaciones más evolucionadas (monteverde), bien por colonización natural o por reforestación, formando comunidades de transición que podrían evolucionar si las condiciones ambientales y la gestión selvícola lo permiten.

UU. (principalmente en varias colinas de California), Chipre, e Israel, así como en el hemisferio sur: Australia, Chile, y Sudáfrica.

En el resto de España se ha empleado esporádicamente, sobre todo en Sierra Morena y áreas del Levante, pero no ha sido nunca una especie muy apreciada por su baja adaptación a los suelos calizos y por sufrir importantes daños por la procesionaria Thaumetopoea pityocampa.

Según algunas estimaciones en determinadas zonas este aporte puede suponer multiplicar por dos o por tres la cantidad recogida en estaciones meteorológicas.

Su utilidad para el aprovechamiento maderero está actualmente muy limitada por la gestión de los espacios naturales en Canarias y por la opinión pública, generalmente contraria a la explotación forestal en las islas.

Pero también en múltiples usos en los que se aprovecha su capacidad como conservante natural (arcones para ropa, toneles para vino, etc).

Los topónimos y construcciones asociadas a este aprovechamiento aún sobreviven por los pinares canarios.

Cono macho inmaduro de Pinus canariensis
Cono de Pinus canariensis
Bosque de pinos canarios con las huellas visibles de un incendio anterior. Foto tomada el 12 de diciembre de 1999 desde el Mirador de La Cumbrecita, en la isla de La Palma .
Grabado de 1839 donde se aprecia un pinar canario en la isla de La Palma con leñador talando un pino bajo la luna llena.
Bosque de pinos en las cercanías del Teide.