[6] Las mujeres son más propensas a padecer ECV, sobre todo cuando han perdido el factor protector estrogénico.
[13] Otros factores de riesgo demostrados son la hipertensión arterial y la diabetes mellitus.
Por su parte, las dislipidemias suelen ser factores de riesgo más importantes en la enfermedad coronaria que en la cerebrovascular.
De las neuroglías, se afecta primero los oligodendrocitos, los astrocitos (gliosis reactiva) y por último la microglía.
[28] También se ha notado una menor concentración de células progenitoras endoteliales en pacientes con enfermedad cerebrovascular.
Los más utilizados son la tomografía computarizada, la resonancia magnética y el estudio del flujo sanguíneo regional cerebral.
La valoración de la glicemia capilar rápidamente descarta la hipoglucemia, la cual cursa con síntomas muy similares a ciertas ECV, como el accidente isquémico transitorio.
No todas las ECV cursan con depresión del sistema nervioso central, de las vías respiratorias o con compromiso cardíaco.
La evaluación inicial tiene por objeto excluir condiciones emergentes que pueden simular una enfermedad cerebrovascular como la hipoglucemia o convulsiones.
En todos los casos se solicita un electrocardiograma para evaluar los ritmos cardíacos o buscar evidencia de isquemia.
Los pacientes pueden estar significativamente hipertensos para el momento de un accidente cerebrovascular, por lo que, a menos que haya una justificación médica específica, la presión arterial se trata en forma conservadora, hasta descartar un accidente cerebrovascular isquémico.
En pacientes con miocardiopatía dilatada también se indican anticoagulantes orales o algunos clínicos consideran iniciar la terapia antiplaquetaria.
En casos de calcificación del anillo mitral se suele administrar tratamiento antiplaquetario.
Se cree que la presión arterial muy elevada puede conducir a nuevas hemorragias y/o la expansión de un hematoma intracraneal.
Por otra parte, la bajada súbita de una presión arterial elevada puede comprometer la perfusión cerebral.
El nicardipino, labetalol, esmolol, y la hidralazina son agentes que pueden ser utilizados cuando sea necesario el control de la presión arterial.