Camilo García de Polavieja

En el terreno militar fue calificado como un gran estratega [3]​ y considerado un hombre de carácter «enérgico».[1]​ Su carrera política se caracterizó por el respeto a la monarquía —gozó de una buena relación con la regente María Cristina de Habsburgo-Lorena,[6]​[7]​ así como tuvo cierta cercanía con los sectores más católicos y conservadores del país—[8]​[9]​ y por su intento de impulsar cambios en España, sumida en una grave crisis por el punto final del imperio colonial.[10]​ Los apoyos que recibió al volver a la península tras su actuación militar en Cuba y Filipinas se aglutinaron en un movimiento conocido como «polaviejismo»,[11]​ que se ha llegado a comparar con el boulangismo francés.[1]​ Nuevamente a las órdenes del general Martínez Campos se enfrentó en varios encuentros con las tropas carlistas, especialmente con la columna de Savalls.[1]​ Durante 1877 combatió a los independentistas cubanos Pancho Jiménez y Antonio Maceo;[1]​ se recompensó su proceder con la concesión de la Gran Cruz del Mérito Militar.[1]​ En 1878 obligó al brigadier rebelde Emiliano Sánchez a rendirse con 44 oficiales y toda su partida.[22]​ Puso fin además a la llamada «Guerra Chiquita»,[23]​[24]​ en la que Polavieja hizo especial énfasis en insistir en el «carácter negro» de las revueltas, intentando minimizar frente a la opinión pública el apoyo de los blancos al movimiento y haciendo del conflicto en la isla una supuesta «guerra de razas».[35]​ Durante su mandato como gobernador, Polavieja siguió una política de «mano dura»,[36]​ represiva,[37]​ con la oposición al Partido Liberal de Cuba[31]​[38]​ y una persecución del bandolerismo[39]​ —al que relacionaba con los movimientos independentistas,[40]​ y contra el que llevó a cabo una campaña que dio como resultado la captura de 164 «bandidos, cómplices y encubridores»—,[41]​ los republicanos,[31]​ el movimiento obrero, el protestantismo y la masonería;[42]​ intentó recortar la libertad de prensa[43]​ a la vez que influyó fuertemente en la Unión Constitucional[44]​ —españolista—, de la que pretendió erigirse en «jefe natural».[54]​ Tras embarcarse en Barcelona en el vapor Alfonso XIII,[55]​ Polavieja llegó el 3 de diciembre de 1896 a las islas Filipinas,[56]​ para desempeñarse en principio como segundo del entonces gobernador Ramón Blanco y Erenas.[56]​ Su mando fue muy enérgico, dominó la insurrección que había estallado en las islas, con distintas victorias sobre los independentistas.[61]​ Se ha mencionado que en esta decisión —considerada por algunos como su principal error en las islas,[17]​[62]​ en el contexto de la Revolución filipina— pudieron influir las relaciones de Rizal con la masonería, hacia la cual Polavieja manifestaba un profundo desagrado.[58]​ Las duras actuaciones de Polavieja tanto en Cuba como en Filipinas fueron criticadas por el masón Miguel Villalba Hervás.[68]​ En esta situación se generó un incidente que terminó conociéndose como «crisis del balcón» en el cual Cánovas y la regente tuvieron un pequeño roce por los atentos saludos de María Cristina a Polavieja desde un balcón, lo cual podía interpretarse como una demostración de preferencias personales de ésta hacia el general.[79]​ El camino se despejaría al ser Cánovas asesinado en agosto del 1897,[80]​ con la subsiguiente sustitución provisional por Azcárraga.El nombramiento de Polavieja tuvo como consecuencia la caída del primer Gobierno maurista, quien presentó su renuncia.
Paso de un convoy por el alto de Urquiola, 8 de febrero de 1876, durante la tercera guerra carlista
Paz en Cuba, entrada del general Martínez Campos en La Habana, 1878.
Retrato de Polavieja, a partir de fotografía de Edgardo Debás , publicado en 1896 en La Ilustración Española y Americana .
«Entre dos luces» ( Gedeón , octubre de 1896).
Fusilamiento de José Rizal , 30 de diciembre de 1896.
Llegada de Polavieja a Madrid después de su estancia en Filipinas, estación del Mediodía , mayo de 1897.
El cierre de Polavieja , ilustración publicada en Gedeón en julio de 1900, en la que también aparecen Francisco Silvela y Raimundo Fernández Villaverde .
Polavieja —a la derecha de la imagen— recibido en México por Federico Gamboa con motivo del centenario de su independencia.