Esta experiencia lo ayudó, según sus propias palabras, a entender el mundo mercantil, su administración y sus esquemas.
En 1964 se publica El Ingenio, su obra más importante, reeditada en 1978 y traducida a varios idiomas.
En 1994 pide asilo político en Miami, y en 1995 publica su último libro, considerado por muchos el segundo en importancia después de El Ingenio, titulado Cuba/España, España/Cuba, Barcelona, Editorial Grijalbo.
Por primera vez en años pudo reflexionar, divagar y conjeturar sobre la historia nacional sin el temor de la censura.
Allí descansa junto a otros grandes historiadores cubanos, que también fallecieron en el exilio, como Emeterio Santovenia, Herminio Portell Vilá, José Manuel Pérez Cabrera, Carlos Márquez Sterling, Rafael Esténger o Juan J Remos Rubio.