Universidad de La Habana

En la época las universidades necesitaban autorización real o papal, lo que explica los nombres Real y Pontificia; Quienes autorizaron la fundación de la universidad fueron el papa Inocencio XIII y el rey Felipe V de España.

En el acto de inauguración se nombra a fray Tomás Linares del Castillo como su primer rector, quien a partir de ese momento regiría las primeras facultades: Artes y Filosofía, Teología, Cánones, Leyes y Medicina.

En ellos se establecía que el gobierno de la Universidad debía estar constituido por un Rector, un Vicerrector, cuatro conciliarios, un Maestro de Ceremonias y un Secretario; cada año el Claustro Mayor realizaría las elecciones para estos cargos.

Para ese entonces la enseñanza contaba con las facultades de Jurisprudencia, Medicina, Cirugía y Farmacia.

Su nombre se cambió a Real y Literaria Universidad de La Habana y luego, en tiempos republicanos, el nombre se cambió a Universidad Nacional.

Estas medidas fueron tomadas, porque su cuerpo docente y estudiantado tenían una larga tradición de activismo político.

La Universidad de La Habana, cuenta con un importante estadio en donde se celebran los juegos deportivos universitarios con más tradición en el continente, los "Juegos Caribes" de los que han surgido destacados deportistas conocidos por sus resultados internacionales.

La acción movilizó el rechazo del conocido periodista Humberto Medrano (1916-2012), que publicó en Prensa Libre el texto Los enterradores, devenido uno de los últimos tributos públicos a la libertad de prensa en Cuba.

El Ministro de Educación era Armando Hart, quien tuvo también un papel relevante en aquella reforma.

Por esos años, Fidel acostumbraba a visitar la Universidad, intimidad que disminuiría hasta desaparecer completamente.

A Millar Barruecos como rector le siguió, brevemente, Oscar García, quien es sustituido por Hermes Herrera.

Su nombre oficial es Jardín de la Fama, pero todos le llaman por su burlón apelativo, que es muy antiguo en la colina.

Valores patrióticos y culturales aparte, las tres obras incitan a la chanza criolla no solo por sus evidentemente desproporcionadas testas –de ahí lo de “cabezones”, sino por algo más singular todavía: sus rostros guardan entre sí una asombrosa semejanza, cual si se hubiera representado escultóricamente a una sola persona con tres indumentarias diferentes.

Retrato de Felipe V , por Louis-Michel van Loo (c. 1739). Óleo sobre lienzo, 154 x 113 cm, Museo del Prado ( Madrid ).
Aula Magna de la Universidad de La Habana.
Facultad de Matemáticas y Ciencias de la Computación.
Escultura alma mater