Tomás Gutiérrez Alea

Alumno predilecto de César Pérez Sentenat, solía interpretar con brillantez a los románticos, especialmente, Federico Chopin y Claude Debussy.

Su vida se descolora en el nihilismo, convirtiéndose en una personalidad que no tiene ningún papel en la nueva Cuba.

Gutiérrez describió la motivación para su posición contradictoria diciendo: “… el cine proporciona un elemento activo y de movilización, que estimula la participación en el proceso revolucionario.

En las décadas siguientes, Gutiérrez dividió su tiempo entre la creación de sus propias películas y enseñando a jóvenes promesas del cine en el ICAIC.

En un acercamiento similar a las Memorias del subdesarrollo, narra un cuento semi autobiográfico sobre el amor entre un documentalista y una obrera (interpretada por la esposa de Gutiérrez Alea, Mirtha Ibarra).

En los primeros años 90, Gutiérrez enfermó, viéndose obligado a codirigir sus dos películas siguientes con su amigo Juan Carlos Tabío.

La historia de la película se centra en la relación conflictiva entre un estudiante marxista convencido y un artista gay.

La última película del cineasta cubano, Guantanamera, (1995) emplea elementos ya tradicionales, tales como una trama interrelacional y una comedia romántica para llegar a un acercamiento más sutil hacia los viejos blancos de Gutiérrez: el subdesarrollo y la burocracia.