Trierarca o trierarco (griego antiguo τριήραρχος/triērarchos, compuesto bitemático de triếrês, «trirreme» y árchein, «mandar») originalmente era el título de los oficiales que capitaneaban un trirreme en el mundo clásico griego.
La flota ateniense, en Época Arcaica, estaba compuesta por barcos en propiedad de ciudadanos particulares y que estos aportaban a la guerra tras haberlos adaptado para desempeñar tareas militares.
Este sistema se vio drásticamente modificado con la introducción del trirreme y con la guerra contra los persas.
Además, para administrar y controlar una flota de tan grandes dimensiones haría falta una considerable burocracia, lo cual encarecería aún más el mantenimiento.
En Atenas y en el mundo griego antiguo existía una institución de política fiscal, la liturgia, que era una particular carga impositiva o financiación vinculada a un servicio público.
[8][9][10] La liturgia implicaba que el ciudadano debía realizar o sufragar un servicio público (armar una nave, alojar una embajada, organizar un espectáculo teatral) con fondos de su propio bolsillo,[11] a fondo perdido (es decir, con poca o ninguna posibilidad de recuperar el dinero), pero con la colaboración del Estado.
[4] Aunque estaban obligados los mil doscientos ciudadanos atenienses más acaudalados, no se alcanzaba esta cifra al haber ciertas exenciones: las hijas epícleras (epiklēros), los niños huérfanos, los incapaces de pagar y los clerucos (klēroûkhoi).
[21] En el siglo V a. C., Atenas necesitaba varios centenares de trierarcas para mantener su flota.
El empobrecimiento generalizado que causó la guerra del Peloponeso afectó a las clases pudientes mermando su fortuna y dificultándoles afrontar la carga de la trierarquía.
Pero mantener dicha supremacía, que necesitaba del dinero de Atenas debido a los compromisos adquiridos con sus aliados en 378-377 a. C., no podía exigirse arbitrariamente.
[36] No se sabe con certeza el momento en que un ateniense podía estar sujeto a trierarquía.
El orador Iseo indica que un patrimonio de cinco talentos (30 000 dracmas) era suficiente: «mis adversarios poseían en propiedad un patrimonio suficiente para la trierarquía, estimado en cinco talentos…»,[37] pero esta declaración parece inverosímil en virtud de la sangría económica que supondría.
No se sabe, exactamente, cómo se construyó tan rápidamente, ni el número de barcos que la componían, ni en qué medida la institución griega de la trierarquía, resucitada a orillas del Indo, alivió al tesoro (...)».
[6] En 214 a. C., la República romana inmersa en la segunda guerra púnica, necesitaba equipar la flota, (cien naves según Tito Livio) y carecía de fondos para las tripulaciones.
Según la distinción establecida en la armada romana, de ordinario los navarchi (navarcos) capitaneaban las naves grandes y los trierarchi las unidades pequeñas.