Consiguió intrigar ante los persas y obtuvo el mando de una flota, con el sátrapa Farnabazo.
Consiguió la victoria de Cnido sobre la flota espartana en 394 a. C., expulsó a los lacedemonios del Egeo y tomó Citera.
Volvió a Atenas como triunfador en (393 a. C.) y levantó los Muros Largos destruidos por los espartanos.
Los atenienses le erigieron una estatua en el Ágora; fue el primero en beneficiarse de este privilegio desde Harmodio y Aristogitón.
La segunda, más probable, es que muriera en Chipre de regreso con Evagoras I, igualmente en 390 a. C.