La flota persa, dirigida por el almirante ateniense Conón, destruyó completamente a la flota espartana dirigida por el general Pisandro, que carecía de experiencia en operaciones navales.
La flota espartana, bajo el mando de Pisandro, también comenzó el regreso a Grecia desde su puesto en Cnido.
Las fuentes son vagas a la hora de relatar lo ocurrido en la misma batalla.
Esparta no volvió a intentar grandes proyectos militares en el mar, y en pocos años Atenas retomó su lugar como principal poder naval griego.
Con Esparta fuera de la escena, Persia restableció su dominio sobre Jonia y diversas partes del Egeo.