Las inusuales nevascas, las bajas temperaturas y su impacto fatal a las actividades productivas de la zona, fundamentalmente ganaderas y agrícolas, le dieron el nombre de «blanco» al fenómeno.
En un comienzo parecía normal, pero comenzó a extenderse inusualmente con la llegada de un nuevo frente que ocasionó un descenso de las temperaturas (bajo los -18 °C) y grandes nevadas.
El forraje almacenado para situaciones de malas condiciones meteorológicas comenzó a escasear rápidamente y los ganados ovino y vacuno fueron atrapados bajo metros de nieve.
El gobierno decretó emergencia en 24 comunas y posteriormente las amplió a más de una treintena.
[1] También especies endémicas con grados de vulnerabilidad sufrieron reducciones en sus poblaciones, tal es el caso del huemul.