Sofía Dorotea de Wurtemberg

La educación de Sofía fue muy esmerada, pues hablaba con fluidez alemán, francés, inglés, italiano y latín, mostrando además un gran interés por las artes.

A ello se añadía su atractivo físico y su carácter agradable, además de sus maneras elegantes.

Todo ello sumaba una gran cantidad de virtudes que deberían proporcionarle un buen matrimonio.

Sofía fue llamada a Berlín por Federico II, donde se les reunió después Pablo.

La primera vez que la pareja se vio fue en una cena de gala dada por el monarca prusiano para agasajar al heredero ruso.

Catalina II también quedó encantada con su nuera, aunque la relación entre las dos mujeres pronto se enfrió, ya que María siempre se ponía de lado de su marido cuando había discrepancias entre la emperatriz y su hijo.

Cuando volvieron, María prestó toda su atención a Pávlovsk, donde nació su primera hija, Alejandra Pávlovna Románova.

Durante el largo reinado de Catalina, María y Pablo fueron aislados en Gátchina, algo que unió aún más a la pareja.

Mientras vivió Catalina, María no había interferido en los asuntos de Estado, del mismo modo que Pablo era excluido; pero con la ascensión al trono de su marido, ella se acercó a la política, primero tímidamente, pero acrecentando su participación con el tiempo.

Fundó escuelas para mujeres, así como numerosas organizaciones benéficas en el imperio que existieron hasta la Revolución rusa de 1917.

Cuando se hicieron mayores, la zarina mantuvo una activa correspondencia con ellos, pero debido a la frialdad de su temperamento podía parecer gélida y distante.

Sofía Dorotea de Wurtemberg en 1770.
Pablo I de Rusia, esposo de María Fiódorovna, por Stepan Shchukin .
Retrato de María Fiódorovna por Vladímir Lukich Borovikovski .
Edificio del Patronato, calle Solyanka, Moscú por Domenico Gilardi y Afanasy Grigoriev
María Fiódorovna hacia 1825, por George Dawe .