Sin embargo, existen discrepancias sobre si el sintoísmo estatal, es propiamente una religión independiente ya que no están claramente comprobados tanto históricamente como en el ámbito religioso-científico; y más bien se centraba en una orden moral, ética y respeto con tintes de misticismo.
Su traducción al idioma japonés no se hizo oficial hasta haber finalizado la Segunda Guerra Mundial, para describir en un sentido amplio estos ideales, ritos e instituciones sintoístas creados por el gobierno para promover la divinidad del Emperador de Japón y la identidad nacional japonesa (kokutai)[4] y distinguirla del sintoísmo practicado desde la posguerra hasta hoy en día, convertida en una de las tantas religiones que existen en Japón y que sólo se limita a los santuarios.
Dichas costumbres fueron las predecesoras del sintoísmo (神道, Shintō?, literalmente ‘el camino de los deidades’).
[5][6] En este período también comenzaron a surgir pequeños estados o «reinos» (según el Wei Zhi existieron alrededor de cien) y desencadenó una importante relación íntima entre los clanes japoneses (氏, uji?)
[6] A medida que se consolidaba y se jerarquizaba el poder durante la era Yamato (300‑593), los santuarios se favorecieron como principales lugares de adoración del kami del clan, cuya influencia crecía a medida que el clan dominaba áreas más grandes y más personas estarían subordinados a adorarlos, teniendo un mayor significado geopolítico.
), túmulos funerarios que contenían espadas, joyas (magatama) y espejos (objetos asociados íntimamente con las Insignias Imperiales de Japón); tenía por objetivo reflejar la magnitud del poder de los gobernantes: mientras mayor era su riqueza y poder político, mayor era el tamaño del kofun.
También en dicho lugar, residía desde tiempos inmemorables e inclusive se conserva ahí hasta hoy en día, una de las tres Insignias Imperiales, el espejo sagrado llamado Yata no Kagami, necesario en la ascensión del Emperador de Japón.
[7] No obstante, una nueva oleada continental proveniente desde Corea a mediados del siglo VI, se introdujo el budismo a Japón (según el Nihonshoki fue en 552, según algunos expertos en 538), como consecuencia de la difusión de esta religión por Asia.
[6] Para legitimar la autoridad imperial, basado en una mezcla de hechos históricos, mitológicos, rituales y religiosos se compilaron las crónicas Kojiki (古事記, 'Kojiki'?)
en 720, en donde se reseña la mitología japonesa y en donde la estructura del panteón sintoísta estaba conectada con la estructura sociopolítica en ese momento: los diferentes clanes que formaban la Familia Imperial Japonesa tenían como ancestros a diversas deidades sintoístas.
Los privilegios legales de los santuarios tuvieron que ver con el desarrollo del shōen, pero éstos no fueron trastocados por los shogun.
Los conflictos militares terminaron con el dominio de Toyotomi Hideyoshi, a finales del siglo XVI.
En casos especiales, algunas familias de samurái y cortesanos se les permitió censarse en los santuarios sintoístas.
Particularmente, se estableció en 1869 el Santuario Yasukuni, que rendiría la memoria de quienes perdieron la vida durante la Guerra Boshin.
Este santuario ha generado hasta hoy en día la admiración hacia todos los militares japoneses que murieron luchando por su país.
El gobierno Meiji convirtió estas demandas en la autoproclamada restauración sintoísta (復古神道, Fukko Shintō?).
Hasta 1868, los templos budistas y los santuarios sintoístas estuvieron íntimamente relacionados tanto religiosamente como filosóficamente (véase Shinbutsu shūgō).
En cambio, la propiedad permanecía inalterada, recibiendo un presupuesto con la recaudación de impuestos por parte del gobierno feudal.
Con esto el prelado de los santuarios sintoístas estaría subordinado completamente a las agencias gubernamentales locales, prefecturales y nacionales.
Existieron alrededor de 100 000 establecimientos en los que los más pequeños se ubicaban en residencias privadas, operados por el gobierno para promover un nuevo imperio japonés basado en estas enseñanzas.
Las enseñanzas budistas no se complementaban con la doctrina nacional y comenzaron a surgir ideas budistas independientes que poco a poco se iban alejando de la propaganda nacional, algo que no era deseado por el gobierno y que contradecía la idea de un gobierno con un único culto y una mancomunidad de fe popular.
[15] En 1891, todos los sacerdotes sintoístas que estaban bajo el control disciplinario del gobierno fueron nombrados como servidores públicos civiles.
En 1926 se creó el Comité para la Investigación del Sistema Religioso (宗教制度調査会, shūkyō seido chōsakai?).
Hacia 1929 se estableció el Comité para la Investigación del Sistema de Santuarios (神社制度調査会, Jinja seido chōsakai?)
Estos representaron un compromiso de amplios debates previos promovidos por políticos ultranacionalistas, inspirados por el borrador rechazado en 1929.
El patrocinio a los santuarios con los fondos públicos era prohibido por la directiva, y también fue suprimida la doctrina sintoísta de los libros escolares.
[20] Todas las oficinas administrativas religiosas controladas por instituciones del gobierno fueron abolidas hacia marzo de 1946.
por parte del primer ministro y su gabinete, en donde aún se le rinde admiración a todos los japoneses muertos en combate; estas visitas causan el repudio en China y Corea por ser víctimas de la ocupación colonial japonesa.
literalmente ‘camino de la unidad divina’) una concepción mística del Emperador descrito desde tiempos antiguos y mencionado por el primer ministro Yoshirō Mori en 2000.
[22][15] La siguiente tabla muestra la evolución de las instituciones gubernamentales japonesas desde la Restauración Meiji hasta el presente, y la competencia que abarcaba a los diversos grupos religiosos en Japón resaltados con las celdas grises.