La constitución fue redactada por un equipo de unos veinte estadounidenses durante la ocupación aliada que siguió a la Segunda Guerra Mundial, en una misión que se mantuvo en secreto hasta los años 1970.
Actualmente, es un documento rígido y no se ha hecho ninguna enmienda desde su adopción.
Pese a que mantiene la vigencia del “tennoísmo” (emperador e institución imperial como dispositivo central), la Constitución es heredera de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, en su afán por “defender los derechos naturales y civiles, sagrados e imprescriptibles”.
"Los derechos y deberes del pueblo" son una figura prominente en la constitución de la posguerra.
Así, la libertad de creencia religiosa fue permitida "en la medida en que no interfiera con los deberes de los súbditos" (todos los japoneses estaban obligados a reconocer la divinidad del Emperador, y los que se negaron a hacerlo por sus convicciones religiosas, como cristianos, fueron acusados de lesa majestad).