Un matrimonio forzado difiere de un matrimonio concertado, en que las dos partes consienten en la asistencia de los padres o una tercera parte (como una casamentera) en identificar a la esposa o al esposo.
El matrimonio forzado sigue siendo practicado en partes de Asia del Sur, Asia Oriental y África y entre los inmigrantes de estas regiones en los países Occidentales.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos afirma los derechos de la mujer a elegir un esposo y entrar libremente en el matrimonio esto es central para su vida, dignidad e igualdad ante la ley como ser humano.
"[7][8][9] La periodista Evangelina Hernández revela el mundo de varias generaciones de proxenetas tlaxcaltecas que, bajo engaños, secuestros, amenazas y violencia, someten a sus víctimas -mujeres de todas las edades- para obligarlas a que se dediquen al sexo servicio y les generen una riqueza que ha sido estímulo para que otros hombres los imiten.
"Poco se respeta a las mujeres en Tenancingo, porque ahí es la cuna de los padrotes y ellos son los que mandan, o al menos eso dicen en las calles, en las redes sociales y hasta en los portales de Internet institucionales”, asegura la autora al documentar cada una de sus afirmaciones.