Muchos apodaron a esta oligarquía como "Las 14 Familias" ya que estas familias latifundistas provenían de los 14 departamentos del país, sin embargo estos hechos han sido desmentidos por algunos historiadores ya que ellos alegan que era una expresión usada por escritores de la época ya que no hubo indicios de que existieron dichas familias, sino lo que hubo son solo familias cafetaleras comunes, la inmigración asiática, palestina, israelita, española, italiana, francesa, alemana y estadounidense fortaleció la oligarquía ya impuesta desde el siglo XIX ya que muchas personas de estas nacionalidades emergerían sus empresas en El Salvador dando así el inicio de la nueva oligarquía salvadoreña, dichas familias Simán, Poma, Saca, Schwartz, Dreyfus, Palomo, Poma, Baratta, Hasbún, Daboub, Canessa, Charlaix, Cristiani, Kriette, Salaverria, Bukele, Zablah entre otras poseían bastos terrenos cultivables y a la vez almacenes, lo cual acumularían mucho poder para la toma de decisiones políticas.
[4] Los campesinos e indígenas se levantaron contra el gobierno y atacaron instalaciones militares en el occidente del país, coincidiendo con una rebelión organizada por el Partido Comunista Salvadoreño (PCS) tras perder las elecciones que posteriormente acusaron de fraudulentas.
[19] McCafferty informó, desde su punto de vista, todo lo ocurrido al gobierno estadounidense.
[26] Los indígenas, sistemáticamente separados del escaso progreso económico, intentaron obtener ayuda de las autoridades reconocidas por su centenaria tradición jerárquica.
[27] Por otro lado, la clase política había buscado el acercamiento a los caciques para obtener el apoyo de sus gobernados en elecciones y consultas populares, por lo que tenían alguna posibilidad de ser escuchados por las autoridades gubernamentales.
[10] Para paliar la crisis económica, los indígenas se habían organizado en asociaciones de cooperación, mediante las cuales se brindaba empleo a los indígenas que no lo poseían, a cambio de que estos colaborasen con las festividades católicas.
Los encargados de dirigir dichas asociaciones eran los caciques, quienes representaban a los desempleados ante las autoridades y supervisaban el trabajo realizado.
Por otro lado, la crisis se agudizaba por el conflicto permanente entre los pueblos indígenas y los habitantes de la zona que eran ajenos allos.
[29] Evidentemente, las poblaciones de «no indígenas» estaban mejor relacionadas con las urbes gubernamentales, por lo cual, cuando ocurrían revueltas o combates, el ejército arrestaba a los líderes indígenas y se les condenaba a muerte.
Otro elemento que antecedió a la rebelión campesina fue la inestabilidad política del país.
[34] Con anterioridad a los eventos de mayor magnitud se acumularon acontecimientos y situaciones que finalmente incidirían directamente sobre el conflicto.
Los campesinos (indígenas y no indígenas) empezaban a levantarse contra las autoridades locales de manera desorganizada; por otro lado, el PCS (Partido Comunista Salvadoreño) realizaba actividades a nivel oficial que les llevarían a incluirse en el alzamiento El ejército estaba organizado en regimientos de infantería, artillería, ametralladoras y caballería.
Al inicio fue de manera individual, lo cual facilitaba que las autoridades detuviesen o amenazasen a los rebeldes.
Dicha práctica coartaba la participación democrática ya que sembraba el miedo entre los electores y favorecía de manera amplia a los candidatos oficiales.
[43] Se les decomisaron documentos que probaban los planes de insurrección, los cuales fueron usados posteriormente en juicios militares.
[10] Pese al golpe moral y organizacional sufrido por el PCS, la insurrección no se canceló.
[47][48][49] Según el testigo Alberto Shul, habitante de Nahuizalco, «habían saqueado todo el pueblo».
[51][38] Otra polémica acerca de aquel levantamiento se vincula a la relación entre los campesinos y el PCS.
[51] Autores como Eric Ching, especialista en el tema, afirman que el levantamiento campesino no pudo ser coordinado por el PCS puesto que el partido tenía demasiados problemas como para dirigir una insurrección a varios kilómetros de distancia.
[46] El general José Tomás Calderón gozó de armamento y efectivos en abundancia.
[56] Los cadáveres apilados en la calle fueron un cuadro común en aquellos días; pese a los esfuerzos por aproximarse a una cifra fidedigna de fallecidos en las setenta y dos horas posteriores al levantamiento, no puede asegurarse un número en concreto, aunque varios historiadores coinciden en que fueron alrededor de veinticinco mil personas fallecidas.
[60] El jefe de operaciones de El Salvador, les respondió con un mensaje que decía:[61] Tras el conflicto, los sobrevivientes buscaron huir hacia Guatemala; como respuesta, el presidente Jorge Ubico, ordenó acordonar la frontera, entregando al ejército salvadoreño a todo aquel que intentase cruzar al país vecino.
[64][65] Los pueblos indígenas abandonaron muchas de sus tradiciones y costumbres por temor a ser capturados.
[66] La vestimenta y muchas de las costumbres indígenas se fueron reemplazando para no ser víctimas del conflicto.
[23][67] Tras los acontecimientos, Alfredo Schlesinger, simpatizante del gobierno de Hernández Martínez, escribió un libro titulado La verdad sobre el comunismo, en el cual contaba la historia según la versión oficial.
[70][71] Fue en 1960 cuando los gobiernos militares desclasificaron documentos que sirvieron para conocer muchos detalles de los arrestos, juicios y levantamientos.
La comisión está formada por David Masin, Concepción Saucedo, Juliana Ama, Salvador Menéndez Leal, Alonso García, Benjamín Cuéllar y Robin Delugan.
Para algunos, el levantamiento campesino constituye el primer alzamiento marxista-leninista latinoamericano, el cual sería seguido por los partidos socialistas de toda la región.