Juan de Palafox
Don Jaime de Palafox y Cardona fue sobrino suyo.Sobre el tema escribió Palafox mucho y muy claro, obligado a contrarrestar la propaganda de sus adversarios.Sin embargo, en la historiografía eclesiástica, su versión ha tenido menos eco que la contraria.Debido a su papel en el contencioso mencionado, encontró la hostilidad de los jesuitas (1645), lo que motivó su gran animadversión hacia ellos.En dos ocasiones (1647 y 1649) manifestó mediante quejas formales ante el papado de Roma sus desavenencias.El académico costarricense Ricardo Martínez Esquivel ha argumentado que, aunque Palafox efectivamente tenía jurisdicción como obispo en algunas misiones asiáticas, su posición en esta controversia estaba más bien motivada por su generalizada actitud antijesuita.Son en total veintitrés los volúmenes manuscritos que vinieron del Archivo de Simancas con motivo del proceso de beatificación del prelado que la propia Corona quería impulsar, y tras una recatalogación, en la que participó la Universidad de Alicante, se presentó dicho fondo en la Real Biblioteca en el año 2001, en un seminario científico sobre el aragonés.Otros son sobre aspectos de la Visita del Obispo a la Nueva España (II/1983, 1986 y II/2002) relativos a la Real Audiencia y a otras realidades, y sobre las obras de la catedral de Puebla hay otro grupo documental, obras en las que tuvo relevancia la cuestión heráldica del escudo que estaba en el retablo de la capilla mayor, como se observa (II/1991, II/1993-95).El decreto que autorizaba introducir la causa en Roma fue firmado por Benedicto XIII en 1726 y el proceso continuó bajo posteriores pontífices.Sin embargo, la invasión francesa de Roma y la captura del papa Pio VI impidió llevar a cabo la Segunda Congregación General sobre las virtudes Heroicas del Siervo de Dios.A Uztarroz le escribe pidiéndole que se publique su Historia real sagrada y su Varón de deseos.Sus obras, en 15 tomos, se imprimieron en Madrid en 1762, a iniciativa de los carmelitas descalzos.También fue elogiado por Baltasar Gracián en Agudeza y arte de ingenio (1648), en el discurso LVI, en el que alaba una obra titulada El pastor de Nochebuena y en El Discreto, XVIII.