Se conoce como Exposiciones impresionistas a las ocho exposiciones organizadas por los pintores del llamado grupo impresionista en París, entre los años 1874 y 1886, en que dieron a conocer sus trabajos, al margen del Salón oficial controlado por la Academia de Bellas Artes francesa.
En total, fueron cincuenta y seis los pintores que participaron en el conjunto de las ocho exposiciones.
Los miembros del jurado defendían un arte academicista, en gran medida refractario a las innovaciones que se venían produciendo en los medios artísticos.
[3] Este sistema provocaba malestar en los artistas que veían rechazadas sus obras por parte del jurado, bien por motivos estéticos, al apartarse de la estética idealista e historicista propia del academicismo, bien por motivos ético-políticos, al tratar en sus obras temas considerados inconvenientes por los miembros de la Academia.
En este Salón se dio a conocer el famoso Almuerzo sobre la hierba de Édouard Manet -quien, por otra parte, nunca se consideró un pintor impresionista y no expuso nunca con ellos-, cuya presentación de un desnudo femenino sin posible coartada mitológica causó escándalo, tanto entre el público como entre la crítica.
Otros, apoyados por el crítico Jules-Antoine Castagnary, creían que lo mejor era presentarse ante la opinión como grupo independiente, al margen del Salón.
Los cuadros se dispusieron en siete u ocho habitaciones de varios pisos del citado taller.
Aproximadamente la mitad de los artistas presentes en esta exposición no repitieron en las demás muestras organizadas por la Sociedad.
[17] Para otros historiadores del impresionismo, como Dominique Lobstein, esta primera exposición fue «poco visitada».
La exposición tuvo un eco mayor en los periódicos de izquierda y republicanos, por lo que suponía de subversión del sistema artístico institucional, aunque la prensa más conservadora también se refirió a ella, si bien en muchos casos para criticarla.
Entre quienes escribieron sobre la exposición impresionista hubo tanto partidarios decididos del arte nuevo, como Philippe Burty o Ernest d'Hervilly como enemigos acérrimos, por ejemplo Louis Leroy.
En principio, el marbete «impresionistas» surge, tomado del cuadro de Monet presentado en la primera exposición, con un valor despectivo.
Por ejemplo, el periodista Louis Leroy dedica un artículo a la primera exposición del grupo en Le Charivari del 25 de abril de 1874, en el que dice: También los críticos favorables a la nueva pintura empezaron a utilizar el término «impresionistas» para referirse a estos pintores, como Castagnary, quien en su crítica para el diario Le Siècle destacaba, entre todos los participantes en la exposición, los nombres de Pissarro, Monet, Sisley, Renoir, Degas y Morisot, a quienes llamaba «impresionistas» puesto que «ellos no reproducen un paisaje, sino la impresión, la sensación que les producía el paisaje».
[19] Progresivamente, el término impresionistas fue generalizándose para designar al grupo de pintores, si bien los historiadores del arte actuales tienden a considerar que no hay homogeneidad en el seno del llamado grupo impresionista.
[20] Independientemente de la resonancia que la muestra tuviera en cuanto a público o crítica, en opinión de Phoebe Pool, «la exposición había servido para un propósito: había dado cohesión al grupo y actuado como precedente para las futuras y más exitosas aventuras del mismo tipo».
Tampoco repitieron Astruc, Bracquemond, Boudin y otros once participantes de la anterior cita.
Por otra parte, también se produjeron incorporaciones, entre las cuales destaca, por su continuidad y su implicación con el grupo, la de Gustave Caillebotte.
[24] A diferencia de la primera exposición, en esta los artistas decidieron mostrar sus obras agrupadas por autor.
Finalmente, consiguieron alquilar un local en la misma calle Le Peletier, donde estaba la galería de Durand-Ruel.
Fue sobre todo Caillebotte quien asumió las tareas de organización y quien trabajó para que Monet estuviese representado en la muestra.
En esta ocasión Duranty prodigó los elogios para todos los miembros del grupo, particularmente Monet, Pissarro, Degas y Cassatt.
En minoría quedaban pintores como Pissarro, Morisot, Guillaumin y Gauguin, que no pertenecían a la facción de Degas.
Siguiendo la opinión de este último, la muestra se presentó como exposición de los Pintores Independientes (Peintres Indépendants), sin utilizar el término «impresionistas»[31] Por su parte, tanto Monet como Renoir presentaron ese año obras al Salón oficial.
[2] En esta ocasión, fueron trece los pintores que participaron en ella con ciento setenta obras en catálogo, con la particularidad de que no se produjo ninguna nueva incorporación, es decir, todos los participantes habían estado presentes en alguna de las exposiciones anteriores.
Tomaron parte en ella nueve pintores –el menor número de todas las exposiciones–, que aportaron, según el catálogo, doscientas tres obras.
Henri Rouart, pintor del círculo de Degas, se comprometió con Caillebotte a intentar convencerlo, pero sus esfuerzos fracasaron.
[37] Las exposiciones impresionistas son consideradas un hito fundamental en la historia del arte moderno en cuanto a la relación entre artista, público y mercado.