Los pintores que se reunían en el Café Guerbois en torno a Manet decidieron crear un foro de exposición diferente a los oficiales, en el que pudieran mostrar sus obras todos los artistas independientes.
A esa exposición Monet presentó nueve cuadros, entre los que destacó esta obra.
El crítico Louis Leroy, inspirado por el título del cuadro, tituló su hostil crítica en el periódico Le Charivari «Exhibición de los impresionistas», dando nombre inadvertidamente al movimiento.
Leroy escribió allí: Se trata de una pintura realizada a óleo sobre lienzo, con pinceladas cortas, gruesas, rápidas, luminosas, dinámicas y vigorosas.
En relación con los colores, predominan los tonos fríos (azules y grisáceos) que contrastan con las pequeñas zonas cálidas del sol y sus reflejos, sustituyendo el tradicional claroscuro.