Sin embargo, desde la cancelación del programa Apolo en 1972, ningún humano se ha aventurado nuevamente fuera de la órbita terrestre.
La mentalidad ha migrado desde el plan "Mars Direct" de los años 1990, al "Moon First" (Primero la luna).
[20] A nivel privado también han surgido iniciativas para fomentar el desarrollo de tecnologías que permitan colonizar nuestro satélite.
Entre ellas destaca el Google Lunar X Prize, vigente desde 2007, que premiará con 20 millones de dólares al primer equipo que logre enviar a la Luna un rover capaz de desplazarse 500 m y transmitir después vídeo e imágenes a la Tierra.
[36] Este emplazamiento está siendo muy estudiado, pues ofrece varias ventajas: En el Polo Norte lunar, se ha propuesto como alternativa el borde del cráter Peary.
El interior del cráter Peary también podría albergar depósitos de hidrógeno, si bien este extremo está sin confirmar.
Una nave espacial, montada en la órbita baja de la Tierra, sería lanzada hacia la Luna, y los astronautas establecerían módulos parecidos a un iglú.
En 1959, el doctor en física John S. Rinehart,[39] sugirió que el diseño más seguro sería una estructura flotante en un océano inmóvil de polvo.
El proyecto Horizonte también data de 1959: proponía un plan del ejército estadounidense para establecer una fortaleza sobre la Luna hacia 1967.
El regolito fundido puede comportarse como el basalto, creando estructuras diez veces más resistentes que el hormigón habitual.
[40] No obstante, parece muy poco probable que, al menos en unas primeras fases, sea factible la utilización de "hormigones lunares".
Como alternativa a la excavación, se podrían buscar posibles tubos formados por extintas coladas de lava subterráneas.
Pesan poco, y su formato hinchable parece ideal para albergar el aire necesario dentro del complejo, dada la ausencia de atmósfera en la Luna.
Para minimizar este riesgo, algunos diseños plantean habitáculos cerrados en forma de almohadas, que se podrían apilar, enterrar, o cubrir con regolito.
[43] También se ha sugerido que la base sea protegida por otros medios, como campos magnéticos artificiales para proporcionar protección frente la radiación.
El material se obtiene mezclando polvo lunar con resina epoxi y nanotubos de carbono, y se podría utilizar puntualmente para estructuras con elevadas necesidades de resistencia, permitiendo ahorrar un 90% del transporte con respecto a un material importado íntegramente desde la Tierra.
Las estancias prolongadas en espacios reducidos pueden tener un importante impacto psicológico en los colonos: estos y otros efectos se están tratando de comprender en diversos estudios, como el Biosfera 2, y también son objeto de conferencias multidisciplinares como la Humans in Outer Space–Interdisciplinary Odysseys (Humanos en el espacio exterior–Odiseas interdisciplinarias), celebrada en 2006.
La energía solar es el candidato más fuerte: podría ser una fuente relativamente barata para una base lunar.
Ambas opciones presentan serios problemas, pues los paneles en órbita son muy ineficientes, y la instalación extendida muy cara.
El calor enfocado (concentrado) también podría ser empleado para extraer distintos elementos de las rocas lunares superficiales.
Debido a la ausencia de atmósfera, las plantas tendrían que ser cultivadas en cámaras selladas.
Los experimentos han mostrado que las plantas pueden prosperar en presiones mucho más bajas que las de la Tierra, aunque no se conoce su comportamiento en situaciones de baja gravedad,[47] ni cómo serán afectadas por la radiación.
[24] Una estimación sugirió que una granja espacial de media hectárea podría alimentar a 100 personas.
[52] Otras posibles soluciones al problema del agua se plantean a más largo plazo: en 2006 el Observatorio Keck anunció que el asteroide binario troyano 617 Patroclus, y gran cantidad de otros objetos en la órbita de Júpiter probablemente estén compuestos de hielo, y que también puede haber hielo en abundancia más cerca, en el planeta enano Ceres.
[41] En un futuro más a largo plazo, si se estableciesen múltiples bases sobre la superficie lunar, podrían comunicarse por vías férreas permanentes.
Sin embargo, la ausencia de atmósfera supone tanto ventajas como desventajas, pues facilita el lanzamiento al no haber resistencia por aerofrenado, pero por idéntico motivo hace necesario transportar combustible extra para aterrizar.
Un observatorio en la cara visible podría monitorizar la tierra permanentemente para el estudio del clima o propósitos similares.
Uno en la cara oculta, podría observar el espacio profundo con una mayor eficiencia debido a la menor interferencia de radiofrecuencia terrestre.
Aunque la rentabilidad económica de la base lunar no sea un tema relevante a corto o medio plazo, la colonización permanente de la Luna solamente tendrá éxito si las colonias son autosuficientes y económicamente viables.
[66] Con el tiempo —y suponiendo que se colonicen más lugares del sistema solar—, la minería y el refinado de materiales en la propia Luna podría ser ventajosa para otras colonias frente a materiales entregados desde la Tierra, debido al menor coste energético del lanzamiento.